El cometa ISON se robó sin dificultades la atención de los medios, pero hay una escalofriante cantidad de cometas allá afuera, esperando a ser estudiados. Uno de ellos es el 67P/Churyumov–Gerasimenko, y a mediados de 2014 recibirá la visita de Rosetta, una misión con casi una década de edad, que buscará realizar un hecho histórico: El primer aterrizaje sobre un cometa.
Todos mantenían la esperanza de que ISON sobreviviera su visita al Sol, pero las agencias espaciales decidieron, de acuerdo a los datos disponibles, declarar su muerte. Por supuesto, la pérdida del cometa no fue en vano. Los científicos están con las manos llenas, y probablemente pasen años enteros analizando la información obtenida. Aún así, no hay tiempo para descansar, y muy pronto nuestros ojos estarán sobre otro cometa, el 67P/Churyumov–Gerasimenko. Este cometa tiene dos grandes diferencias con ISON, una de ellas siendo su tamaño (cuatro kilómetros de diámetro, el doble que ISON), y la otra su período orbital de 6,45 años, prácticamente un vecino estable con visitas frecuentes. Esto convirtió al cometa en el candidato ideal para recibir a la misión Rosetta de la Agencia Espacial Europea, que fue lanzada en marzo de 2004. Un año antes, el Hubble posó su poderosa mirada sobre 67P/Churyumov–Gerasimenko, y las reconstrucciones tridimensionales le dan una forma similar a la de un balón de rugby.
El proceso de “reanimación” para el satélite comienza el próximo 20 de enero, despertando de un sueño de 950 días (entró en hibernación en 2011). ¿Por qué en enero? Porque en estos momentos Rosetta se encuentra demasiado lejos, y no puede generar la energía suficiente para contactarse con la Tierra. Aquí tenemos a uno de los primeros factores que causan tanto nerviosismo en la misión: Rosetta lleva más de dos años y medio en suspensión, cuando técnicamente nunca fue usado. Si todo sale bien, Rosetta entrará en órbita con el cometa en mayo de 2014, en preparación para el lanzamiento del módulo “Philae”, que intentará aterrizar sobre la superficie del cometa en noviembre. Si tenemos en cuenta que necesitará de dos arpones para reducir el riesgo de rebotar contra la superficie y salir disparado, el aterrizaje del módulo no será para nada sencillo.
Una vez en la superficie, Rosetta dará inicio a la caracterización del núcleo, la identificación de sus componentes químicos, y su interacción con el llamado viento solar, datos que podrían ayudar a saber más sobre la formación de nuestro propio planeta, y establecer el origen del agua, un tema que ha tenido a los expertos de cabeza durante años. ¿Fueron los cometas “tanques gigantes” que llevaron agua a la Tierra? Tal vez Rosetta pueda responder a eso pronto. Para todos los involucrados, nuestros mejores deseos.