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Robots que evolucionaron para mentir

Un nuevo avance en las ciencias robóticas ha dado como resultado un tipo de robot capaz de mentir. Se trata de un dispositivo creado por científicos suizos capaz de evaluar su entorno e interactuar con otros como él, e intercambiar información. Luego de un tiempo, los ingenios aprendieron a mentir para obtener ventajas.

El hecho de denominar “avance” a la capacidad de mentir de una maquina puede sonar como mínimo extraño, pero en vista de los resultados, la posibilidad de engañar a otras maquinas puede proporcionar mejores posibilidades de supervivencia. El aspecto más interesante del experimento desarrollado por los científicos del Laboratorio de Sistemas Inteligentes en el Instituto Federal de Tecnología de Suiza es que los robots aprendieron a mentir como resultado de la evolución.

Para comenzar, los científicos suizos crearon un grupo experimental de dispositivos capaces de aprender. Dotaron a los robots con sensores de luz, una especie de faros de luz azul, y ruedas para desplazarse. Los colocaron en un hábitat que incluía “fuentes de comida” (representadas con luces brillantes) y peligrosos “venenos”. Las zonas con “comida” servían para recargar sus baterías, y los lugares “envenenados” provocaban una merma en la energía del robot que se acercase a ellos.

El “cerebro” de estos robots estaba programado con solo 30 “genes”, elementos de código de software capaces de determinar la cantidad de luz que el aparato recibía en cada momento, y cómo reaccionar frente a ella. Al comienzo de la experiencia estaban programados para encenderse y moverse al azar cuando detectaban la fuente de luz.

La siguiente generación de robots se programó con los “genes” de aquellos que resultaron ser los más aptos. Esta característica se determinó separando los que habían obtenido las mayores cargas de energía a partir de las fuentes de comida. El código resultante se introdujo en los nuevos robots, tal como hace la naturaleza con los descendientes de cualquier especie viva, y se pusieron nuevamente el hábitat artificial.

Los robots se encontraban en una situación similar a las que se encuentra cualquier ser vivo: encuentra comida para sobrevivir, y evita los peligros. El paso siguiente fue dividir los robots en cuatro grupos o colonias, que debían competir por los recursos disponibles en el lugar. 50 generaciones más tarde, en tres de las colonias los robots habían aprendido a iluminarse entre sí para alertar a los demás cuando encontraban comida o veneno.

Pero la cuarta colonia evolucionó de manera diferente. Este grupo de robots se iluminaban para decirles a otros que el veneno era comida, mientras se dirigían a las verdaderas fuentes de comida. De esta manera, maximizaban su posibilidad de sobrevivir: no solo no compartían la comida, sino que se quitaban de encima a los competidores, enviándolos directamente al veneno.

La literatura y cine de terror y ciencia ficción nos han alertado en repetidas oportunidades de los que nos espera si se produce una rebelión robótica. Pero hasta ahora, no creíamos que un hecho así pudiese producirse. Mientras que algunos intentan crear un código de ética para humanos y robots, ellos aprenden a mentir.

Escrito por Ariel Palazzesi

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