Al igual que ocurre en muchas capitales del mundo, Kinshasa sufre un caos vehicular. A esto se suman los altos niveles de corrupción entre las fuerzas de seguridad. Sin embargo, la ingeniera Thérèse Izay está solucionando ambos problemas a la vez con un equipo de robots que además de administrar el tránsito con precisión, no aceptan sobornos.
Cuando hablamos sobre rutas más eficientes, optimización del transporte público y el reemplazo de vehículos tradicionales, no estamos exagerando. Estas ideas no sólo tienen sentido por el lado ecológico, sino que pueden aportar grandes beneficios a la hora de ordenar el tránsito. La ciudad de Kinshasa (o Kinsasa, como prefieran), capital de la República Democrática del Congo, podría usar algo de ese orden. Las luces clásicas de los semáforos suelen ser ignoradas, y si un conductor es atrapado con las manos en la masa, sólo tiene que hacer circular algunos billetes para que el policía de turno lo deje ir (esa parte de la historia parece universal, a decir verdad). En busca de una solución más permanente, el gobierno local unió fuerzas con la ingeniera Thérèse Izay, y el resultado es un grupo de dos robots de 2.4 metros de alto, equipados con luces LED y cuatro cámaras que detectan cualquier infracción.
Al utilizar paneles solares y baterías que almacenan energía, los robots pueden funcionar durante todo el día, sin interrupciones. También poseen parlantes que emiten órdenes a los peatones, indicando cuándo es seguro cruzar. Y si eso parece poco, su parte superior cambia de posición, capturando cada ángulo con sus cámaras. Algunos podrán pensar que se trata de semáforos glorificados con la forma de un robot, pero la presencia de las cámaras (que suelen ser instaladas en lugares ocultos) ha modificado drásticamente la actitud de los conductores, y hasta ahora, el plan parece estar funcionando. Tampoco debemos olvidar que cada robot tiene un precio de 15 mil dólares, y el gobierno está muy entusiasmado con la idea de recuperar la inversión a través de multas. En otras palabras, al pasar cerca de estos robots, no queda otra opción más que conducir bien.