Las leyes de la robótica creadas por Isaac Asimov comenzaron como una base ficticia, pero con el pasar de los años estaba claro que era algo obligatorio para cada robot del futuro. Ahora, en un laboratorio de Eslovenia, existe un robot que está golpeando brazos de estudiantes, para poder analizar los niveles de dolor capaz de causar. De esta manera, esperan poder limitar la velocidad de movimiento de los robots cuando detectan un ser humano para evitar lesiones.
Probablemente Isaac Asimov, el legendario autor de libros como I, Robot, que definió las tres leyes de la robótica, no esté muy contento (en su tumba claro está) con este tipo de experimentos, pero definitivamente han mostrado su utilidad. En un laboratorio de Eslovenia existe un robot que ha pasado el rato pegándole a personas literalmente para evaluar los umbrales de dolor entre humanos y robots.
Y aunque en un principio puede sonar como una medida drástica, el líder del proyecto, Borut Povše, quien tiene autorización ética de la Universidad de Ljubljana, opina que los robots deben conocer sus límites para evitar lesionar seres humanos, y la única manera de aprenderlo es mediante la experiencia. De esta manera, ha convencido a seis estudiantes de la universidad eslovena para que un robot industrial los golpee repetidas veces en el brazo. No sabemos qué les ofreció a cambio, pero claramente tiene enormes poderes de persuasión.
Según Asimov, la primera ley de la robótica dice: “Un robot no debe dañar a un ser humano o, por su inacción, dejar que un ser humano sufra daño.” Y el equipo de Povše está trabajando para ayudar a que los robots se adhieran a esa ley. Según explica: “Hasta los robots diseñados mediante las leyes de Asimov pueden chocar con personas. Estamos tratando de asegurarnos que, cuando lo haga, el choque no sea demasiado poderoso.” Para llevar a cabo la investigación, pidieron prestado un robot de producción, desarrollado por la firma japonesa, Epson, y lo programaron para que se mueva hacia una dirección en pleno aire donde se encuentra el brazo extendido del estudiante.
Cada estudiante fue golpeado 18 veces, con distintos tipos de energía y dos tipos de herramientas: una redondeada y otra filosa. De todos modos, Povše no es un inconsiderado, ya que probó el brazo robótico antes que nadie. Pero luego, pidieron que los estudiantes califiquen cada uno de los golpes como indoloro, leve, moderado, horrible o dolor insoportable. Afortunadamente, la mayoría calificó los dolores entre leve y moderado. Las pruebas continuarán con un brazo artificial para ver cómo respondería un brazo a colisiones más severas. En definitiva, el objetivo es marcar la velocidad a la que un robot debería moverse cuando detecta un humano cerca, para evitar lastimarnos.