Los científicos que se encuentran a la cabeza de los organismos encargados del desarrollo de la Inteligencia Artificial y la robótica aseguran que, en algún momento de los próximos 75 años, existirán robots autónomos que se encarguen de patrullar las calles. ¿Nos espera un futuro lleno de ED-209 interrogándonos en cada esquina?
El profesor Noel Sharkey, de la Universidad de Sheffield, en el Reino Unido, es uno de los estudiosos del tema que defiende con más entusiasmo esta postura. El científico se refiere principalmente a coches patrulla sin conductor humano, similar a muchos vehículos que ya se ensayan en las diferentes fuerzas militares del mundo, por lo que al menos en principio no haría falta que un humano “done” su cerebro (como ocurre en la película mencionada en el titulo).
Sharkey ha estado estudiando la evolución de los robots y la forma en que van a ser cada vez más utilizados en el seno la sociedad moderna. Los robots tendrán acceso a las bases de datos que contienen información sobre los británicos, incluidas "las cuentas bancarias, datos fiscales, información sobre vehículos, los historiales de sus compras en las tiendas, los registros y antecedentes penales, e incluso lo que están haciendo en cada momento.” Todo esto, que no hace más que preocuparnos por el destino de nuestra privacidad, hará posible que los robots sean capaces de identificar las personas.
Dejando de lado las situaciones que se podrían presentar a diario, culpa de algún “pequeño error” en las bases de datos o de interpretación por parte del software del robot, que podrían convertir las actuales “pantallas azules de la muerte” en algo absolutamente irrelevante frente a lo que podrían implicar las futuras fallas, Sharkey cree que los robots podrían utilizarse para el control eficaz de las multitudes, rociándolas con un “spray” de dardos RFiD para realizar un seguimiento de cada persona después de que se haya dispersado.
También se encarga de aclarar que no hará falta que un coche robótico persiga a los conductores que se desplazan con una velocidad excesiva para ponerles una multa, ya que serán capaces de identificar automáticamente a los vehículos implicados en las infracciones de tránsito y gestionar los castigos correspondientes. Este es un dato tranquilizador: no veremos “tostadores” conduciendo a 150Km por hora en medio de una persecución callejera. Al menos no moriremos atropellados por un robot.
Además, Sharkey vaticina que estos vehículos robóticos serán capaces de llevar a cabo pruebas “in situ” para determinar si algún ciudadano se ha excedido con la ingesta de bebidas o drogas.
Dentro del plazo que el científico ha estimado (convengamos que en 75 años pueden ocurrir y descubrirse varias cosillas), estima que tendremos también “algún tipo de humanoides o androides policiales”, creados a partir de materiales inorgánicos, con la fuerza necesaria para detener a las personas peligrosas sin intervención humana. Y de esto ya se viene hablando desde hace al menos 50 años, nada nuevo bajo el sol.
Dentro de este futuro, que parece copiado de alguna mala película de ciencia ficción donde los ciudadanos son controlados por maquinas infalibles y con poder de policía, también se han previsto las infaltables cámaras de video robóticas, encargadas de patrullas las zonas pobladas (e incluso entrar en las casas), para controlar el movimiento de los ciudadanos (deberíamos ir enseñando a nuestros hijos y nietos a cerrar bien la puerta del WC).
El mismo experto había señalado, en febrero de 2007, que la reducción en costos de la robótica pronto podría convertirse un factor propicio para que se construyan robots para cumplir los cometidos de los grupos extremistas y terroristas. "Un pequeño avión no tripulado, guiado por GPS y con piloto automático, podía ser fabricado por tan sólo 490 dólares". Al menos, eso dijo en esa oportunidad.
Si resulta que sus pronósticos son acertados, hay alguna posibilidad de que la humanidad asista, sentada en primera fila de un mundo convertido en un teatro de operaciones, a una verdadera guerra entre “robots buenos” y “robots malos” (queda a consideración del lector determinar en qué bando coloca a cada tipo de robot).
También puede suceder, claro está, que el experto británico se equivoque totalmente, y el futuro sea un poco más humano de lo que el cree. El tiempo lo dirá.