En 1987 la empresa Epyx diseño lo que se convertiría en la primer consola portátil equipada con una pantalla color de la historia. Sin embargo, no comercializó su invento, sino que se lo vendio a Atari. Habia sido proyectada por un equipo de ingenieros que habia trabajado previamente en Amiga, y a pesar de ser una máquina muy potente no fue puesta en el mercado hasta 1989. Conocida como Atari Lynx, era un equipo impulsado por un microprocesador de 8 bits y un subsistema gráfico de 16 bits, capaz de hacer cosas que ni siquiera un Sega Megadrive podía hacer. Sin embargo, algunos errores de marketing sumados a la poca autonomía que tenía la maquina la convirtieron en un fracaso. Esta es su historia.
Hace 25 años no podíamos jugar nuestro videojuegos favoritos -al menos, no a todo color- en el tren. Ni en ningún lado que no fuese nuestra casa o un local de juegos, ya que las consolas portátiles con pantalla en colores no habían sido inventadas. En 1987 una empresa llamada Epyx puso a trabajar un equipo de ingenieros, muchos de los cuales habían sido parte del proyecto que terminó proporcionado al mundo ese genial ordenador conocido como “Commodore Amiga”, para diseñar una consola de videojuegos portátil. Después de algunos meses de trabajo y de varios cambios en el diseño del hardware, Epyx acabó con una máquina muy potente y varios juegos capaces de explotar buena parte de su potencial. Pero a pesar de ello, no logró comercializarla.
Atari, una empresa que en esa época era muy poderosa, se enteró de la existencia de esta consola y luego de una breve negociación, se hizo con todos los derechos de la consola y los juegos que Epyx había programado. Durante los dos años siguientes, y a pesar de que el mercado ya estaba más que maduro para recibir un artefacto como este, Atari guardó su máquina bajo siete llaves. En 1989, luego de haber desarrollado algunos juegos más, fue presentada en público la consola, que sería conocida como Atari Lynx. La prensa especializada rápidamente se hizo eco del lanzamiento, resaltando muchas de las características del Lynx. Su corazón era un microprocesador WDC 65C02, “primo” de lo sus utilizados por los Atari XL, Atari XE, Apple II o Commodore 64. Si bien durante el desarrollo se había evaluado utilizar el Motorola 68000 -el mismo que utilizaba el Amiga o el Atari ST y de 32 bits- para bajar costes y facilitar la programación se terminó optando por este “clon” del MOS 6502 corriendo a 4MHz.
En algunos sitios se puede ver como se refieren al Atari Lynx como una consola de 16 bits. Esto, en realidad, solo es parcialmente correcto, debido a que aunque Suzy -un chip diseñado a medida encargado de generar los gráficos- fuese de 16 bits (corriendo a 16 MHz), lo cierto es que su procesador principal es de 8 bits. El subsistema de sonido del Lynx disponia de 4 canales de audio, con un conversor digital analógico de 8 bits para cada canal, lo que en muchas revistas y publicidades se describía como “sonido de 32 bits” (4 canales de 8 bits cada uno). El vídeo hacia del Lynx algo único en el mercado de las consolas portátiles. Una pantalla de cristal líquido capaz de mostrar una paleta de 4096 colores (12 bits de profundidad de color) era utilizada por Suzy para mostrar hasta 16 colores simultáneos. Puede parecer poca cosa, pero todos los productos de la competencia carecían por completo de color.
Evidentemente, el custom chip Suzy era lo que hacia del Lynx una máquina tan potente. Equivalente a una tarjeta de vídeo moderna, era capaz de ejecutar rutinas de dibujo por hardware sin la asistencia del microprocesador principal, mostrar un numero ilimitado de sprites (supervisando su posición y colisiones) y generar efectos complejos (como zooms o deformaciones) superiores a máquinas teóricamente mas potentes, como el Sega Megadrive. Suzy podía manejar scrolls de pantalla en cualquier dirección, incluso a 75 cuadros por segundo. La resolución de la pantalla era de solo 160 x 102 píxeles (3.5 pulgadas de diagonal), un pequeño tamaño que sin dudas ayudaba a que el sistema gráfico pudiese hacer tanto: había que manejar solo 16320 píxeles.
Su coprocesador matemático era capaz de multiplicar entre si dos números de 16 bits o de dividir uno de 32 bits por otro de 16 bits, incluso efectuar estas operaciones en paralelo con el CPU principal, de modo que no se resintiese el rendimiento general. Contaba con 64KB de RAM en su placa base, y los cartuchos de juegos agregaban memoria ROM adicional. Había cartuchos de 128KB, 256KB y 512KB, aunque el límite teorico de memoria direccionable (intercambiando bancos) del Lynx era de 2MB. Unos pocos cartuchos agregaban algo de EEPROM (memoriza ROM modificable eléctricamente) para almacenar los puntajes obtenidos. Un conector para auriculares permitía apreciar los sonidos de los juegos, y un puerto serial brindaba la posibilidad de montar una red de hasta 17 jugadores para competir entre si.
Obtenía la electricidad necesaria para funcionar de 6 pilas AA, que le brindaban una autonomía aproximada de 4 horas. Ese fue quizás uno de los grandes puntos en contra del Lynx, ya que cualquier jugador “serio” necesitaba comprar 6 pilas al día. El alto consumo era causado básicamente por la pantalla del Lynx, que a pesar ser de solo 3.5 pulgadas fue durante años una de las más grandes disponibles en consolas de este tipo, y su sistema de retroiluminación. Desafortunadamente para Atari, Lynx nunca se vendió bien. El pobre diseño de la mayoría de los juegos -que no aprovechaban el hardware brillante disponible- hizo creer a muchos que el sistema no disponía la potencia que en realidad tenía. La aparición de competidores fuertes como el Sega Game Gear y el Nintendo Game Boy -ambos apoyados por brillantes y caras campañas de marketing- terminaron hundiendo la consola de Atari.
Atari intentó recuperar parte del terreno perdido con el lanzamiento en 1991 del Lynx II, que entre otras cosas llevaba la autonomía a unas 5 o 6 horas (gracias, entre otras cosas, a que era posible apagar su retroiluminación). Pero a pesar de que entre ambos modelos se vendieron unos 5 millones de unidades, Atari nunca logró el éxito que su potente hardware podría haberle proporcionado. Hoy las dos versiones del Lynx son muy apreciadas por los coleccionistas, y es posible encontrar en la red varios emuladores del sistema, que permiten jugar todo el tiempo que quieras sin tener que vender un riñón para comprar las pilas.