Lisandro Pardo
En algunos entornos, para ser usuario certificado o instructor en el uso de armas de electrochoque, uno debe experimentar el dolor que causan en carne propia. Sin embargo, un par de años atrás Patrick Hall de Fstoppers convirtió a los electrochoques en una sesión fotográfica. Con la ayuda de cien voluntarios, Patrick retrató a los sacrificios participantes en el momento exacto que sufren el choque a manos de sus parejas o amigos. El resultado es fabuloso.
Un poco de historia primero: Uno de los primeros conceptos de armas de electrochoque se remonta al año 1935. Un tal Cirilo Díaz inventó un guante capaz de transmitir 1.500 voltios, y la policía de New York celebró su efectividad. Jack Cover, investigador de NASA y creador del Taser, presentó a la versión original del dispositivo en 1974. No fue sino hasta 1983 que el Nova XR-5000 se convirtió en la primera variante del Taser sin proyectiles. Directo en la carne, ¡bzzzzt!
Las autoridades aún debaten sobre la seguridad y la legalidad de las armas de electrochoque… pero Patrick Hall de Fstoppers las usó en una sesión fotográfica. Así es, un total de cien voluntarios con sus parejas o amigos cercanos se acercaron para quedar registrados frente a la cámara de Patrick… mientras reciben un choque. El fotógrafo quedó encantado por lo imprevisible de la situación. Algunas personas parecen estar sintiendo el dolor de sus vidas, y otras sugieren placer con sus expresiones. Hubo gritos, silencio, saltos, y caídas. ¿Quieres saber más? Visita el artículo original, donde podrás obtener acceso a detalles técnicos de la sesión, y un par de vídeos extra.
