No sabemos cuándo, ni exactamente cómo, pero es una seguridad que el petróleo no durará para siempre y que otra será la energía que alimente nuestros coches. Más que cuál, la cuestión es el cómo, y ahora un grupo de investigadores de Stanford vuelve a insistir con un método singular de recarga de coches eléctricos sobre la marcha. Se trata de un modelo que funciona en base a bobinas de alambre que resuenan a la misma frecuencia para, utilizando campos electromagnéticos, transmitir energía de un punto (desde el piso) a otro (tu coche) de manera inalámbrica. Así que irás recargando tu coche mientras conduces. Similar a F-Zero. ¿Recuerdas?
¿Qué no recuerdas el juego F-Zero? En 1990, este juego de carreras futurísticas puso patas para arriba a los fanáticos de Super Nintendo, ya que se presentó con gráficos de tinte tridimensional que hacían uso del Mode 7. En este particular juego elegías a tu corredor y transitabas pistas en naves o coches del futuro que debían ser recargadas constantemente durante la carrera, ya que tanto por las distancias recorridas como por los topetazos de tus adversarios, la nave perdía energía. Para hacerlo usabas unas barras de energía que estaban dispuestas sobre la pista, y pasando sobre ellas (y con la ayuda de un amigo aéreo) el indicador de energía subía. Fantástico. Esto mismo (pero con ciencia que lo respalde, y sin amigos aéreos) quieren los investigadores de la universidad de Stanford para tu coche eléctrico.
La cosa es así. Lo que estudian en Stanford es el acoplamiento de resonancia magnética, que es una manera de transmitir energía de forma inalámbrica mediante dos bobinas de alambre de metal que han sido afinadas para resonar a la misma frecuencia natural. Este sistema lo vemos en aplicación todo el tiempo, cuando escuchamos resonar cristalería cuando oímos música en nuestros altavoces, por ejemplo. Este mismo proceso se puede realizar utilizando bobinas de alambre, pero en vez de generar movimiento mecánico, generar energía eléctrica para transmitir utilizando campos magnéticos especialmente diseñados para la tarea. Con este modelo desarrollado, el segundo paso es pasar este sistema a las autopistas para cargar a los coches a medida que las transitan. Para esto, los coches tendrían que tener en su parte trasera otras bobinas que se comuniquen de manera inalámbrica con las de la autopista. Según los investigadores, esto generaría una eficiencia de un 97% en la carga y sería una gran ventaja para cualquier tipo de vehículo eléctrico.
En papel queda muy lindo. ¿Pero qué tal si lo pensamos prácticamente? Un detalle a mencionar es porqué seguirían siendo seguras las rutas para que un humano las pise sin calcinarse instantemente, o incluso para que tu coche explote. La respuesta es que todo lo que no esté resonando a la misma frecuencia de las bobinas, queda desafectado de su accionar. Otras ventajas además de las obvias es que podría mejorar la eficiencia de los sistemas autónomos, los GPS, la ecología y destruir en parte a la asquerosa industria petrolera. Pero también tiene aspectos complicados, y el principal es su implementación. Es que además de la estandarización del modelo para poder fabricar coches con compatibilidad con este sistema de bobinas y campos magnéticos, habría que reconstruir la mayoría de las grandes autopistas del mundo. Otro obstáculo será pensar cómo hacer que el costo de mantenimiento del sistema de bobinas sea beneficioso para quienes lo regentean, pero esto se podría solucionar, además de pensar una forma de convertir la energía generada por los coches y las bobinas en energía alternativa aprovechable para otras actividades, con un impuesto adicional en los pagos de peaje. Estoy seguro que el más caro de los peajes jamás podrá superar el precio del litro de gasolina.