Todos aquellos que disfrutamos de los gadgets, soñamos con el día que podamos tener a nuestra disposición una interfaz de realidad virtual que realmente funcione. Existen muchos dispositivos que prometen esa sensación “de estar ahí”, aunque todavía ninguno proporciona una experiencia 100% realista. Lo que pocos saben es que ésta carrera en busca de la Realidad Virtual perfecta empezó en 1957.
Puede parecer un invento de la era del ordenador personal, o que al menos se relaciona directamente con éste, pero sin embargo, la Realidad Virtual o VR (por Virtual Reality) es un concepto que tiene, al menos 50 años. La patente # 3,050,870, de la oficina norteamericana encargada de registrar los inventos en ese país, correspondiente al año 1962, pertenece a la denominada Sensorama Machine (o Maquina Sensorama), un dispositivo capaz de reproducir películas de cine en 3D. Pero la Maquina Sensorama, que ya había sido puesta a punto en 1957 por Morton Heilig, no fue un reproductor de películas más.
Morton, a quien hoy se lo considera con justicia como el “padre” de la Realidad Virtual, no limitó su invento a un buen efecto 3D en las imágenes. Gracias a un trabajo increíble para la época, era capaz reproducir sonido estéreo mediante dos altavoces, vibraciones, la sensación de viento e incluso algunos olores. Gracias a estas herramientas, el grado de inmersión necesario era incluso mejor que alguno de los sistemas que hoy están de moda.
La Maquina Sensorama era un dispositivo que permitía solo un espectador a la vez. Como puede verse en las fotos, era una especie de cabina cerrada en la que se proyectaba la película. Esto ayudaba a aislar sensorialmente a la persona del ambiente “real”, favoreciendo la experiencia “virtual”.
Una de las primeras “películas” que se proyectaron en la máquina Sensorama consistía en un viaje en bicicleta, a lo largo y ancho de algunas de las calles más concurridas de Manhattan. Seguramente quienes tuvieron la suerte de experimentar el Sensorama, no lo olvidaron jamás.
Morton Heilig, y aunque el titulo no existía en la época, era un verdadero especialista multimedia. Trabajó duro tratando de hacer la experiencia del cine algo más parecido a la que se puede vivir en un teatro. Insistía con la idea de que era posible estimular todos los sentidos del espectador de una manera eficaz. Volcó todas sus ideas en un documento que publicó en 1955, titulado “El Cine del Futuro“. El Sensorama era un dispositivo básicamente mecánico, que todavía puede verse funcionando en algunos museos.
Pero si la Maquina Sensorama te parece un invento sorprendente para la época, el invento que patentó dos años antes, en 1960, seguramente te deslumbrará. En efecto, las gafas de Realidad Virtual que invadieron las tiendas en los últimos 5 o 6 años tienen su origen en la Telesphere Mask (o Máscara Telesférica). En una época donde todavía muchos países ni siquiera tenían televisión en colores, Heilig construía un dispositivo portátil, capaz de proyectar imágenes estereoscópicas (3D) en widescreen y con sonido estéreo. ¡Hace casi 50 años!
Seguramente era (bastante) más pesado e incomodo de usar que las modernas gafas equipadas con pantallas OLED, y es posible que terminases con el cuello destruido después de utilizarlas un par de horas, pero imagina que gafas VR tendríamos hoy si las ideas de Heilig se hubiesen explotado masivamente.
Afortunadamente, no solo Morton Heilig se adelantó a su tiempo. Si bien si el sistema Sensorama era capaz de reproducir algunos olores, fue el invento del profesor suizo Hans Laube quien llevo la idea al extremo. En la década de 1950, este especialista en aromas presentó el “Smell-O-Vision!”, un dispositivo capaz de aromatizar salas de cine completas.
En 1960, el film Scent of Mystery tuvo el honor de convertirse en la primera película de la historia que, además de imágenes y sonido, reproducía olores. Poco tiempo después, los diarios anunciaban la taquillera The Jazz Singe (El cantante de jazz), con el slogan: “First They Moved (1895)! Then They Talked (1927)! Now They Smell!”, haciendo referencia que en 1895 se había hecho posible el cine mudo, en 1927 el cine sonoro, y por fin, en 1960, el cine “con olor”.
El espectador podía percibir, a lo largo de la película, olores relacionados con las diferentes escenas. El olor al humo de los escapes, a cera de zapatos o el olor a pólvora característico de los disparos. Sin embargo, como ocurrió con el Sensorama, poco tiempo después el Smell-O-Vision! dejó de emplearse en las salas.
En 1981 se produjo un breve renacimiento de estas “olorosas” ideas con la aparición del “Odorama”. Esta vez, en lugar de “gasear” la sala de cine, se proveía a los espectadores de una tarjeta con una serie de círculos numerados y las instrucciones correspondientes del lado de atrás. Básicamente, había que raspar el círculo correspondiente a cada escena, y olerlo. Ingenioso, pero poco práctico, ya que había que estar más pendiente de los números que del desarrollo de la película. Como es de suponer, Odorama también cayó en el olvido.
No podemos menos que lamentar que muchos de estos proyectos relacionados con la realidad virtual hayan sido descontinuados, y hasta injustamente olvidados. A veces, como en el caso de Morton Heilig, sus inventores tuvieron serias dificultades para conseguir financiamiento para producir a gran escala sus inventos. Tiene cierta lógica, ya que resulta difícil conseguir inversores que quieran apoyar ideas o productos que son tan avanzados para su época.
Esto nos hace pensar en cuantos dispositivos revolucionarios estarán, hoy mismo, siendo archivados por sus inventores por no resultar interesantes a quienes son los dueños del dinero. ¿Estaremos retrasando la Realidad Virtual del futuro? Es bastante probable.