Conectividad es una palabra con una gran relevancia en estos días. Más allá de ordenadores y dispositivos móviles, la conectividad busca instalarse entre otro tipo de artefactos, incluyendo a aquellos que no fueron diseñados originalmente para interactuar o trabajar juntos. La llamada Internet de las Cosas necesita toda la ayuda posible si quiere prosperar, y la última novedad llega gracias a la Universidad de Stanford, con radios tan grandes como hormigas.
El día comienza. Un sensor detecta que te has despertado, y abre lentamente las cortinas. Al mismo tiempo, transmite una señal a la cafetera que comienza a hacer su trabajo, y a la ducha, que configura la temperatura del agua al punto justo. Los sensores externos detectan altas probabilidades de lluvia, y la pequeña pantalla junto a la cafetera sugiere que lleves un paraguas. ¿Ciencia ficción? Nada de eso. La domótica ya puede hacer muchas de estas cosas, pero su evolución definitiva apunta hacia la Internet de las Cosas. El plan no solamente implica automatizar un hogar, sino también acceder a nuestros electrodomésticos de forma remota, personalizar sus parámetros, y dejar que tomen por sí solos el resto de las decisiones. Para lograr algo así se requiere una plataforma de comunicación robusta, y un hardware capaz de resolver todos los conflictos de escala que hay en el medio.
Un equipo de ingenieros estacionado en la Universidad de Stanford parece haber dado en el clavo con un nuevo tipo de radio. Esta radio es tan pequeña como una hormiga, lo cual debería cubrir las demandas de miniaturización por parte de los fabricantes. Sin embargo, hay otro aspecto imposible de ignorar, y es que cada una de estas radios toma energía de la propia señal, dejando a un lado la necesidad de baterías. Los componentes fundamentales para dar forma a la radio han sido integrados en un solo chip, y de acuerdo a sus creadores, sólo costaría unos pocos centavos fabricar cada unidad. Este desarrollo también contó con el apoyo de investigadores pertenecientes a la Universidad de California en Berkeley.
En total, las “radios-hormiga” demandaron tres años de trabajo, y una nueva visión en el diseño de varios componentes. Tomar a una radio tradicional y miniaturizarla no era suficiente, por lo que fue necesaria una “reinvención” parcial de la radio como la conocemos. El chip es tan eficiente, que si alguien encontrara la manera de conectarlo a una batería AAA, funcionaría por más de un siglo, y no debemos olvidar que contiene la antena, operando a unos escalofriantes 24 mil millones de ciclos por segundo. Los prototipos creados por la compañía francesa STMicroelectronics funcionaron a la perfección, y ahora será cuestión de esperar a que alguien cubra un hogar con cientos, o por qué no miles de estas radios, separadas por no más de un metro de distancia.
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