Han pasado poco más de doce años desde que Apple pulverizó cada regla de diseño en el mundo de la telefonía, y conquistó el corazón y la mente de millones con el lanzamiento del primer iPhone. Una vez más, Steve Jobs estaba al centro y al frente con el pequeño rectángulo en la mano, pero detrás de ese dispositivo hubo un equipo que trabajó en secreto y contrarreloj por más de tres años. Una de las mentes maestras responsables por ese teléfono es la de Tony Fadell, «el Padre del iPod», quien casi tuvo un infarto cuando pensó que había perdido un prototipo…
Nadie tomaba las amenazas de Steve Jobs a la ligera. Su objetivo era que el proyecto fuera secreto de principio a fin, y cualquiera que dejara escapar un detalle sería eyectado de inmediato. Por suerte, la situación terminó bien para Fadell (el prototipo había quedado atrapado entre los asientos del avión), pero imaginamos que esas dos horas de tortura no se las olvidará jamás.
Para algunos, la historia del iPhone comienza en 1999, cuando Apple registró el dominio «iphone.org», que hoy simplemente redirige al portal de Apple. Sin embargo, llegó el año 2004, y los planes para lanzar un teléfono al mercado estaban casi en pausa. Todos los avances de Apple apuntaban a un formato tablet, pero en aquel entonces el iPod ya tenía una pantalla a color y podía enseñar imágenes (la reproducción de vídeo llegaría un año después).
Al mismo tiempo, la explosión de las redes de datos era inminente, y la visión de Fadell fue imaginar al iPod como una plataforma de uso general, y no como un producto aislado con un rol específico. Mientras sus competidores trataban de llevar un ordenador de escritorio al tamaño de un teléfono, en Apple implementaron otra clase de reducción. Los primeros prototipos del iPhone usaban una rueda similar a la del iPod, pero fue descartada rápidamente. El dispositivo era demasiado complicado de usar, y jamás saldría al mercado en esas condiciones.
En paralelo, otra división de Apple estaba desarrollando el equivalente a una Mac con pantalla táctil. Fadell explicó que ese prototipo «era grande como una mesa de ping pong», y cuando Jobs se lo enseñó, le dijo «quiero que pongas esto en un iPod». Apple no tenía ni la infraestructura ni el know-how para encarar un proyecto de esa envergadura. Fadell y su equipo iniciaron una especie de tour estudiando laboratorios y hablando con expertos de telecomunicaciones. Durante su visita a Malmo (Suecia), sufrieron un robo. Notas, planos, todo desapareció del coche. Fadell jura que fue un caso de espionaje corporativo, porque «ellos sabían que queríamos hacer un teléfono».
Aún así, uno de los episodios más tensos y amargos en la creación del iPhone fue la discusión sobre el teclado. La «rueda-estilo-iPod» era inviable, y un teclado se perfilaba como apuesta segura… pero del otro lado estaba Steve Jobs. Nada de teclas, nada de stylus. Finalmente, Jobs les recordó a los «pro-teclado» involucrados que Apple no era una democracia: «Hasta que no se pongan de acuerdo con nosotros, no pueden regresar a esta habitación. Si no quieren estar en el equipo… no estén en el equipo.». Uno de los miembros fue «invitado» a abandonar la habitación, y en ese instante, todas las discusiones cesaron. Ave César.
De todas maneras, Fadell se salió un poco con la suya. La posición anti-Stylus de Jobs era contundente, ideológica y filosófica: Todo que el usuario necesitaría era un dedo. Sin embargo, Fadell y su equipo sabían que tarde o temprano el stylus sería inevitable, por lo tanto, sumaron el soporte en segundo plano, sin revelar nada a Jobs. Cuatro años después de la muerte de Jobs, la compañía presentó al Apple Pencil para sus iPad. Fadell tenía razón.
Si llegaba a enterarse del soporte oculto, Jobs «le hubiera arrancado la cabeza». Trabajar a espaldas de Jobs no era algo poco común. Fadell cita otro ejemplo de alto perfil, que es la compatibilidad del iPod con PC. En un principio, la visión anti-PC de Jobs dominó la evolución del reproductor, hasta que sus ventas perdieron fuerza. En ese instante, Fadell compartió que habían trabajando en el soporte Windows, y se anticipó a la lluvia de reclamos con una sola pregunta: «¿Cuánto cuesta una canción en iTunes?»
La respuesta de Jobs fue «99 centavos», pero Fadell lo corrigió: «No, son los 99 centavos, más el iPod, más una Mac. Tenemos el 1 por ciento del mercado.». Jobs dejó caer su oposición. El iPod llegó a Windows con Musicmatch Jukebox, y luego vía iTunes 4.1.
El 9 de enero de 2007 fue «el» momento. El Moscone Center de San Francisco explotaba de gente. Fadell recuerda todo muy bien: El iPhone estaba desarrollado por la mitad. Los «dos años y medio» que mencionó Jobs en el escenario no representaban toda la verdad. Como era de esperarse, aprovechó la presentación para burlarse del stylus, y de todos los teléfonos con teclado en el mercado, pero sus prototipos eran precarios. «Los cables son para el proyector» indicó Jobs, pero las baterías en los dispositivos apenas podían ser llamadas experimentales. El cordón umbilical era obligatorio.
Buena parte de la prensa se burló (yo fui uno de ellos). Hasta Steve Ballmer se rio en vivo, pero otros reconocieron su potencial. El «teléfono Jesús» lleva vendidas más de dos mil millones de unidades. Steve Jobs fue su rostro. A Jony Ive se le atribuye su formato. Y Tony Fadell estuvo en la trinchera.
Fuente: BBC