La última vez que hablamos sobre una motocicleta voladora fue… el año pasado, si no me equivoco. El formato parece estar condenado debido a los altos requerimientos de presupuesto, rendimiento, energía y estabilidad, pero cierto loco fantástico llamado Colin Furze (el mismo del cañón de termita) unió fuerzas con la gente de Ford para desarrollar su propia motocicleta voladora, o como muchos prefieren, hoverbike. Antes de comenzar, dos detalles: La motocicleta funciona, y gracias a algún misterio del universo, ese hombre sigue vivo.
Imagino que del mismo modo en el que deseamos ver a un coche volador estable y seguro, también queremos alguna especie de motocicleta voladora. Ambos frentes parecen estar muy fríos en cuanto a actividad. Siendo honestos, lo mismo se puede decir de los hoverboards, con limitaciones en precio y rendimiento por todas partes. Cualquiera podría concluir que la tecnología simplemente «no está allí», y que todavía nos faltan años, o por qué no décadas, para que aparezca algo mucho más viable. Por suerte, los prototipos tienen la capacidad de ignorar todas estas limitaciones. Son poco prácticos, y en más de una ocasión directamente peligrosos, pero eso no cambia el hecho de que nos gusta demasiado verlos de cerca. ¿Qué es lo que nos reúne aquí hoy? Colin Furze, ese híbrido entre inventor y científico loco con creaciones al estilo de garras neumáticas, lanzallamas, cohetes, y su reciente cañón de termita.
En estas últimas semanas, Furze se sumó a la campaña #unlearn de Ford, cuyo objetivo es invitarnos a «olvidar» todo lo que hemos aprendido sobre el mundo, y en especial sobre el transporte personal. La idea de Furze fue crear su propia motocicleta voladora… sin frenos, sin dirección, sin tren de aterrizaje, y lógicamente sin ningún interés de proteger su cabeza, cuello o torso. Dos motores, dos hélices, un tanque de combustible improvisado, un chasis casero lo más liviano y resistente posible, un piloto simbólico (porque en verdad Furze tiene muy poco control sobre esa cosa), y una ausencia total de miedo es lo que se necesita para dar forma a un proyecto así.
¿Qué sigue en su lista? Honestamente no tenemos idea, pero a este ritmo terminará construyendo un caza de combate en su garaje. De más está decirlo, Furze es cualquier cosa menos un profesional entrenado, sin embargo, sus creaciones nos siguen asombrando en todo sentido. Al mismo tiempo, queda instalada la pregunta: Si un sujeto como Colin Furze puede crear una motocicleta voladora en su propio hogar, ¿qué tan grande sería el esfuerzo para una corporación multinacional?