Piensas que puedes ser aleatorio. Sientes que puedes ser aleatorio. Sin embargo… no eres aleatorio. Un generador de números pseudoaleatorios básico es mucho más aleatorio que tú. ¿Quieres una prueba? Muy bien: Entra a esta página, y juega un rato. El sistema habilita una cantidad fija de dinero virtual, y cada vez que sea incapaz de predecir la tecla que presionas, te dará un poco más de lo que te quita cuando acierta. La buena noticia es que tu oponente no es perfecto. La mala noticia es que no necesita serlo…
Obtener aleatoriedad es un desafío mucho más grande y complejo de lo que imaginamos, pero siempre hay espacio para la creatividad. Por ejemplo, la gente de Cloudflare utiliza lámparas de lava como generadoras de números aleatorios, una solución inspirada en una vieja patente de Silicon Graphics.
Por ejemplo, si utilizas el gestor KeePass, su sección para crear contraseñas cuenta con un «recolector de entropía», que se reduce a presionar teclas y mover el ratón de forma caótica sobre un pequeño recuadro con la apariencia de estática. En lo personal me limito a mover el ratón por una razón… y es que no somos tan buenos generando caracteres aleatorios con el teclado.
Aquí tienes la demostración. Este juego desarrollado por Ilya Perederiy posee reglas muy sencillas: Presiona la flecha izquierda o la flecha derecha. Cada vez que el sistema acierte en la predicción de la tecla, descontará un dólar de tu cuenta (virtual, por supuesto). Caso contrario, te pagará 1.05.
Todo lo que necesitas para hacerte rico es permanecer un paso adelante del sistema con presiones aleatorias. Y solo me queda agregar «buena suerte», porque a menos que hagas trampa (siempre existe esa opción), tarde o temprano el sistema vaciará tu cuenta. Tus dedos repiten ciertos patrones que el sistema registra con facilidad, y actualiza constantemente una base de datos con cada posible combinación de cinco presiones.
Este desarrollo se basa en el llamado Oráculo de Aaronson, que funciona de modo muy similar, con una ligera diferencia en las teclas («d» y «f» en este caso). Insisto: Ninguno de los dos sistemas es perfecto, pero con un promedio de aciertos que oscila entre el 70 y el 85 por ciento, la confirmación de que nuestra aleatoriedad apesta es contundente.
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