El CDC estadounidense calcula que cada año en los Estados Unidos, 48 millones de personas se enferman por una intoxicación alimentaria, y 3.000 pierden la vida. Virus, bacterias, parásitos… si un alimento no es preparado o conservado correctamente, se convierte en un riesgo para nuestra salud en tiempo récord, pero el consumo accidental está a la orden del día. Entonces, ¿qué sucede si comes comida en mal estado?
En realidad, el proceso es mucho más complejo de lo que imaginamos. «Intoxicación alimentaria» es un término genérico, el cual representa a más de 250 enfermedades. Todo depende del tipo de bicho que se haya instalado en nuestro sistema.
Una infección con Staphylococcus aureus puede manifestarse en apenas 30 minutos, mientras que la clásica E. coli suele tardar unos tres días en promedio. En el caso específico de S. aureus, su transferencia a los alimentos sucede durante la preparación, ya sea a través de quien cocina, o en la superficie de trabajo. Ensaladas, platillos «deli», y otros alimentos que no hayan sido calentados o pasteurizados son buenos candidatos para el transporte de S. aureus.
Los riesgos comer comida en mal estado
Una vez que las cepas ingresan al cuerpo, comienzan a liberar toxinas que estimulan un nervio en la región abdominal, el cual a su vez activa el centro del vómito en nuestro cerebro. Al mismo tiempo, las toxinas disparan una respuesta inmunológica a nivel gastrointestinal.
Dicho de otro modo, el cuerpo reacciona a la intoxicación tratando de expulsar toxinas en ambas direcciones (una variante de diarrea es causada por una inhibición en la absorción de agua y electrolitos en el intestino delgado). Si bien nadie duda que esto suena horrible, representa uno de los mejores casos, porque una infección de S. aureus debería quedar neutralizada en menos de 72 horas.
En cambio, las toxinas liberadas por E. coli son mucho más dañinas, y en cuadros avanzados impiden la producción de proteínas. La lista de complicaciones vinculadas a infecciones de E. coli es muy importante, con problemas reportados en el tracto urinario, la vejiga y los riñones.
Infantes, personas mayores, mujeres embarazadas y aquellos con un sistema inmunológico debilitado están expuestos a un riesgo mayor. La primera línea de defensa ante una intoxicación alimentaria es mantenerse hidratado y reponer líquidos.
Si el cuadro de deshidratación es más extremo, tal vez la hospitalización sea inevitable. Sin embargo, los especialistas repiten el viejo mantra: Mejor prevenir que curar.
Lácteos pasteurizados, carnes y otros productos animales bien cocinados, frutas y verduras lavadas, y un espacio de trabajo limpio (eso incluye a los accesorios de cocina) son vitales para impedir las intoxicaciones. Y lo más importante: Ante la duda, a la basura.