El problema del calentamiento global lleva preocupando desde hace algún tiempo, pero no se lo toman tan serio como debieran a tenor de lo que las estimaciones científicas pronostican. Las consecuencias de que suba la temperatura sólo 2 grados podrían ser catastróficas para la humanidad. No tanto desde un punto de vista cataclísmico pero sí lo suficiente como para que nuestra civilización sufra un castigo más que considerable.
Aparte de las constantes controversias que provoca un tema tan espinoso como el del calentamiento global y su posible causa humana, el mundo se debate en otro frente que tienen demasiado controlado: el límite de temperaturas a partir del cuál comenzaran los efectos negativos a ser inasumibles. Hace poco, los líderes mundiales del G-8 declararon formalmente su compromiso de evitar que la temperatura global alcance 2 grados más de lo que tenemos en la actualidad. El desgaste económico que las naciones tienen que realizar para evitar esos simples 2 grados de promedio va a resultar intensísimo y no hay que restar mérito a los esfuerzos e intenciones de los 8 grandes, pero los científicos advierten que incluso un aumento de sólo 2 grados, traerá consecuencias desastrosas para la humanidad.
El científico argentino Osvaldo Canziani, copresidente de uno de los grupos de trabajo del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) nos muestra un panorama casi de película de lo que puede ser nuestro planeta cuando superemos el umbral de los 2 grados centígrados de temperatura promedio. Y no lo escribo en condicional, porque la mayoría de científicos opinan que va a resultar imposible frenar el calentamiento global para no superar esos 2 míseros grados que son los que van a hacer tambalear nuestra sociedad. Los efectos de la subida se traducirán en cambios significativos en el nivel del mar y en la cantidad de precipitaciones que caerán en todos los territorios del planeta.
Para empezar, se agudizarán las características propias de cada región en cuanto a sus lluvias. Los desiertos se harán todavía mas áridos y se producirá una “africanización” del Sur de Europa, llegando incluso a secarse la cuenca del Mediterráneo. Podrían experimentarse sequías graves en el sudoeste de Estados Unidos y México y las precipitaciones brillarían por su ausencia en todas la zonas consideradas semi-desérticas. En el lado opuesto, las regiones de altas latitudes, como el norte de Europa, EE.UU., Asia y Siberia aumentarían su disponibilidad de agua y se producirían problemas con el exceso de tormentas.
Los estuarios como el Támesis, el Río de la Plata, el Orinoco, la zona sur de EE.UU., la Florida y la zona del Mississippi sufrirían inundaciones. Esto significa que entre 2 y 3 millones de personas se quedarían sin suelo. Las islas del sudeste del Pacífico, como las Maldivas o Tuvalú, quedarían sumergidas bajo el agua. Esto último hay algunos científicos que lo niegan rotundamente y aportan sus pruebas de no será así. El mundo del clima es tan complejo posee tantas variables que a veces se hace difícil demostrar las cosas de modo irrefutable pero ya veremos quién tenía razón.
Ciudades como Lagos, Montevideo, Buenos Aires, y aquellas que están al margen del río Ganges en Bangladesh, por ejemplo, tendrían problemas vinculados al aumento del nivel del mar, que provoca la intrusión salina en la cuenca de los ríos y por tanto dificulta la captación de agua dulce. Las inundaciones, además de por el aumento del nivel del mar, serían provocadas por la propia convergencia de las precipitaciones intensas y los cambios en la circulación atmosférica.
Las cosechas de cereales sufrirían una bajada de productividad en las zonas de latitudes bajas. Se ha demostrado que una subida de entre 2 y 3 grados centígrados, provocaría una reducción muy marcada de la productividad. Por esta razón, zonas que basan su economía en la agricultura, como la India o África, verían mermadas drásticamente sus posibilidades de alcanzar rendimientos aceptables en las cosechas. Esto provocaría grandes hambrunas que agudizarían aún más el problema de los países emergentes, que detendrían su desarrollo y quedarían varados en una estática peligrosa que afectaría al resto de países que tratan con ellos.
En el apartado de de ecosistemas, la posible extinción del 30 % de la especies por la deforestación, provocaría una catástrofe ecológica sin precedentes. Sobre todo, por las graves consecuencias sobre los corales. El blanqueo de los corales producirá en consecuencia la acidificación de los océanos. Esto a su vez hace que los moluscos y los bivalvos pierdan su caparazón, ya que el ácido carbónico diluye el calcio.
A este panorama añadimos que los especialistas afirman que el aumento de temperatura no será de sólo 2 grados sino que alcanzaremos un incremento de 5 grados en la media global. Esto acarreará consecuencias aún más nefastas que las descritas, que se traducirán en enormes inestabilidades geopolíticas que podrían acabar en guerras de gran magnitud. Y todo esto lo tenemos a la vuelta de la esquina. O no. Tal vez se salgan con la suya los que dicen que el calentamiento global no será para tanto y las cosas se mantendrán mas o menos como hoy(ojalá) pero la mayoría de los que estáis leyendo ahora mismo estas líneas, lo vais a poder comprobar personalmente dentro de no mucho tiempo.