Durante este verano boreal, más de una decena de estudiantes de escuela secundaria decidieron ser parte del Taller de Diseño de Ingeniería, un programa de un mes de duración que brinda a los adolescentes una experiencia práctica, con las alegrías y los retos que la ingeniería impone. El director del proyecto, Ed Moriarty, un instructor del MIT Center en Edgerton, no duda en catalogar el objetivo principal del taller como algo que sea “divertido“. Sin embargo, no todo es “pasatiempo” si los estudiantes logran aprender algunos principios básicos de la ingeniería mientras desarrollan las actividades del taller. En algunas partes del mundo se trabaja de la forma en que te contamos en el artículo. ¿En tu país, los jóvenes se suman a actividades “extras” durante las vacaciones?
Veinte y dos alumnos forman parte del grupo para esta temporada y esta es una cifra que ha crecido constantemente, año a año, durante la última década. La mayoría proviene de la Escuela de Matemáticas y Ciencias John D. O’Bryant de Boston, pero el grupo también incluye a varios estudiantes de otras escuelas secundarias locales. Moriarty dice que el emprendimiento de trabajo está orientado bajo una idea de donativos económicos voluntarios, aunque la mayoría de los estudiantes asisten de forma gratuita y los proyectos desarrollados durante el programa varían en un amplio espectro de un año a otro, dependiendo siempre de los intereses de los jóvenes. Ninguna de las actividades se plantea de antemano ni están predeterminadas, por el contrario, los estudiantes participan en sesiones de “lluvia de ideas” (brainstorming) durante el primer día, y a partir de los objetivos planteados en mayoría, se desarrollan como proyectos. Por lo general, los “consejeros” (una mezcla de estudiantes de pregrado y postgrado del MIT y otras universidades locales) presentan algunas ideas iniciales y básicas para que los estudiantes decidan en qué proyectos les gustaría trabajar. “No me importa lo que acaban haciendo, sólo me importa que les importa lo que hacen“, asegura Moriarty.
Este año, los 22 estudiantes se dividieron en cinco proyectos: un monopatín modificado (Razor Scooter), equipado con un motor y frenos; un sistema de sonido con dos torres de altavoces gigantes; un mando a distancia “Universal” (que terminó incluyendo automóviles, peces, aves e incluso una tortuga de vuelo), un mosaico de piezas de vidrio de color cuidadosamente ensambladas que forman la imagen de un tigre, y un violonchelo eléctrico. A cada estudiante se le asigna U$S 100 (70 Euros) para gastar en materiales destinados a su proyecto o grupo, lo que genera que; aquellos proyectos que terminan atrayendo a más estudiantes, tienen un mayor presupuesto para trabajar. Los consejeros ayudan a comprar los materiales en la web y trabajan con ellos en la construcción desde el momento cero. Moriarty y los consejeros se encargan de brindar apoyo (o “aconsejar”) a las ideas de proceso que proponen los estudiantes, por lo que ellos no tienen mérito sobre el resultado final sino que son los jóvenes los que realizan las cosas; ellos sólo “orientan y aconsejan”
A pesar de que la “mano de obra” que involucra cada desarrollo está a cargo de los adolescentes, el taller produce muchas piezas que presentan terminaciones sorprendentes y bellas. Como ejemplo de esto, podemos decir que el monopatín modificado puede alcanzar velocidades de hasta 30 kilómetros por hora y que el tigre construido con cristales de colores está programado para ser instalado en el salón de entrada de la Escuela O’Bryant, durante una ceremonia especial, este otoño boreal. Otro festejo se dio lugar el último día del campamento en el que un grupo de jóvenes celebraba la experiencia vivida escuchando música en el par de altavoces que acababan de construir. Ixchel García, estudiante de segundo año, de 15 años de edad (parte del equipo que construyó los altavoces) comentó que el equipo de trabajo, al finalizar el desarrollo propuesto, había afianzado sus deseos de continuar con una carrera de ingeniería. Por último, cuando se le preguntó qué iba a hacer su grupo con su trabajo terminado, comentó que el equipo planeaba donar el sistema de sonido, como un regalo para el laboratorio. “El MIT nos dio esta posibilidad de trabajar y experimentar, por lo tanto, queremos darles algo a cambio.”