Un día, es un bebé viviendo en una aldea en Indonesia. Al otro día, sensación en Internet. El fenómeno de la fama instantánea se repite una y otra vez con los casos más curiosos y extraños. Y por eso, en este nueva columna de NeoTeo, que dimos a llamar “Qué fue de la vida de…“, y en la que nos pondremos al día en la vida de las celebridades virales, analizaremos la historia del pequeño Ardi Rizal, un niño indonesio de dos años que fue filmado demostrando una increíble habilidad para fumar un cigarrillo.
Cuando el vídeo apareció en YouTube, se hizo mediático al instante. Las imágenes de un bebé de 18 meses fumando un cigarrillo tras otro eran tan chocantes que muchos dijeron “¡ES FALSO!”. Quizás era demasiado incómodo de creer, y muy difícil de entender para nuestra cultura. Es imposible que la adicción a la nicotina pudiese ser tan severa. ¿Cómo llegó a ser así? ¿Cómo es que sus padres observaron tranquilamente como su bebé se llenaba los pulmones de humo sin hacer nada? El video fue real. Y obtuvo millones de vistas YouTube. Lo irónico es que en la aldea donde vive el pequeño Ardi no hay conexión a Internet.
El video de la discordia
Indonesia es un país difícil de habitar. Los salarios son muy bajos y el índice de pobreza es alto. Un país en vías de desarrollo es ideal para un producto como el cigarrillo: se hace por un centavo, se vende por un dólar y promete un estilo de vida glamoroso y eternamente joven; muy lejano a la realidad del indonesio promedio. La ciudad está empapelada en exceso con publicidades de tabacaleras: en cada esquina, en cada cartel, en la televisión, en la radio e incluso financiando festivales de música con artistas como Joss Stone y Smashing Pumpkins. El caso más peligroso es probablemente el caso de la marca Sampoerna Mild, la cual sponsorea un reality show de talentos musicales dirigido a audiencias adolescentes. Su tentadora frase “Go A-head” (¡Adelante!) se puede leer constantemente en las calles de Indonesia, junto con su contexto de modelos, jóvenes deportistas, músicos y gente “cool”.
Esto sucede, como lo deja en claro el documental Sex, Lies and Cigarretes, porque las grandes empresas tabacaleras pueden disfrutar del paraíso marketinero de Indonesia por la ausencia de cualquier tipo de regulación. Hay un significativo retroceso en materia legal y en este caso, el dinero siempre importará más que la salud. No hay leyes ni prohibiciones como las que hay en EEUU y otros países. Un niño de 5 años puede comprar un atado en cualquier kiosco callejero. Los jóvenes pueden conseguir cigarrillos sueltos por unos pocos centavos, apagar las alarmas cerebrales de nicotina y retomar la vida escolar.
Por eso, a pesar de que las tabacaleras niegan dirigir sus publicidades a los jóvenes, la edad promedio para comenzar a fumar es a los 13 años. Además no son raros los casos de niños de 5 o 6 años adictos al tabaco. Las campañas de concientización son prácticamente nulas y hasta hay una parte de la población que defiende el tabaco y le adjudica propiedades curativas. Fumar en Indonesia es algo tan normal como tomar gaseosas y es una tendencia que crece en otras regiones como Sudáfrica, China y Latinoamérica.
Y así fue como un día Ardi estaba jugando en la cabaña que comparte con su familia en la aldea Musi Banyuasin y, de tanto ver a sus padres llevar a cabo el vicio, el pequeño tomó un cigarrillo y comenzó a fumar de manera casi natural. Al poco tiempo estaba consumiendo medio atado por día. No hubo forma de detenerlo. Su madre le había estado dando nicotina a diario durante el embarazo, fumando la misma cantidad a diario. Ardi manipulaba a sus padres a fuerza de rabietas y auto flagelación (se golpeaba la cabeza contra la pared si no le daban cigarrillos) para continuar su hábito y así fue como se convirtió en el bebé fumador.
Los medios no tardaron en darle cobertura al fenómeno e Internet no demoró en generar sus memes. Generalmente las bromas hacían referencia a la clásica imagen absurda del bebe fumando (hasta ahora solo posibles gracias a Photoshop), adjudicándole una madurez excesiva conservando actitudes infantiles. Ardi, con sus redondas y pulposas mejillas, reía en el video con inocencia.
¿Y cómo terminó esta historia? Pues el video causó tanto escándalo que el gobierno (¡por fin!) hizo algo bien y envió a Ardi y a su familia a rehabilitación. Su salud quedó muy deteriorada y fue un proceso largo, pero hoy en día el pequeño lleva a cabo su vida libre de tabaco. Su panorama no es el mejor: dice a menudo que extraña fumar y extorsiona a sus padres con retomar el hábito si no le compran los juguetes que él quiere. También se volvió adicto a la comida chatarra y su peso está en auge. No disfrutará una niñez con buena salud, pero gracias a él y la controversia que causó, miles de personas comenzaron a concientizarse y exigir cambios. Se produjeron documentales enteros en basados en su caso y haciendo enfoque en el daño producido por las empresas tabacaleras que no pueden vender sus cigarrillos en EEUU y los llevan a países más pobres y dependientes, con niveles educativos bajos. Gracias a Ardi hay un poco de esperanza para otros niños y jóvenes que gastan su dinero en un producto que daña la salud para vivir una corta vida muy distinta a la que promete Phillip Morris.
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