Que los mortales griten de dolor y desesperación: Shub-Niggurath está de fiesta, y como obsequio reclama sangre. Así es: Si bien no se nos acaban las palabras para recordar a la saga DOOM, nadie puede negar que tuvo un extraordinario heredero en el Quake. Además de dar paso a una gigantesca comunidad de jugadores y modders, el Quake fue en verdad revolucionario gracias a sus avances tecnológicos, haciendo cosas que hasta ese momento parecían imposibles en un ordenador.
La primera vez que vi al Quake en acción fue sobre un ordenador que no tenía conectados los altavoces. Quien jugaba poseía el lanzagranadas, y tras ver rebotar a una granada en la pared y el suelo (verdadera locura en 1996, al menos para mí), se me ocurrió imitar el «clang, clang» del rebote. «Te juro que hace eso», me dijo. Lamentablemente, el destino (o mejor dicho, los requerimientos de hardware) provocaron que clave mis garras sobre el Quake mucho tiempo después, sin embargo, nunca voy a olvidar esa primera impresión. El DOOM 2 había salido al mercado menos de dos años antes, y para muchos jugadores hubiera sido más que suficiente una tercera edición, pero nos cruzamos con el Quake, y todo cambió. Absolutamente todo cambió.
¿Por qué digo esto? Porque más que elevar la barra de calidad, directamente la colocó en órbita. Quake ofrece una excelente campaña de un sólo jugador, pero también estableció reglas básicas en el modo multijugador, sirvió como tierra fértil para el concepto de speedrun (que ya se conocía, y se practicaba, con el DOOM), y su motor gráfico se convirtió en materia prima de docenas de modificaciones utilizadas en juegos extraordinarios por mérito propio. ¿Un ejemplo? El Quake tuvo su evolución a GLQuake y QuakeWorld, y a partir de ese código se creó nada menos que GoldSrc, el motor gráfico del primer Half-Life, todas sus expansiones, y el Counter-Strike, que dicho sea de paso, comenzó siendo un mod. Entonces… ¿cuánto le debemos al Quake?
La respuesta es «mucho más de lo que aparenta». El miércoles pasado, Quake cumplió 20 años. Nos volvió locos con sus sectores secretos, con sus enemigos implacables, y con la necesidad de ahorrar hasta el último centavo para actualizar nuestras PCs, porque en junio de 1996, el Quake pedía un reactor nuclear. Hoy lo puede correr hasta un surtidor de combustible, y gracias al trabajo hecho con los ports (el propio John Romero recomienda QUAKESPASM) es muy fácil ejecutarlo en sistemas modernos. Tanto Good Old Games como Steam lo ofrecen en sus tiendas (y GOG regala los dos primeros Elder Scrolls junto con su compra). Hay que festejar su cumpleaños. ¿Qué esperas? ¿Qué esperas…?