Una de las recomendaciones más frecuentes que recibimos cuando nos sentimos un poco flojos es ingerir alimentos con hierro. Incluso hemos visto soluciones como The Lucky Iron Fish que busca combatir la anemia ferropénica en Camboya. Tener un buen nivel de hierro en la sangre es definitivamente saludable, ¿pero qué sucede si ese hierro es expuesto a un súper imán de neodimio que pesa 12 kilogramos…?
Uno de los momentos más memorables de la película X2 (la segunda de la saga X-Men) es cuando Magneto escapa de su prisión «extrayendo» el hierro en la sangre del guardia que Mystique le había inyectado previamente. La escena hace que nos preguntemos cómo logró sobrevivir el guardia a la inyección inicial, pero también hay otra duda: ¿Por qué Magneto no hace eso siempre con la sangre de sus enemigos en primer lugar?
Imagino que los fans de Marvel y del amigo Eric deben tener algunas sugerencias, sin embargo, en la vida real descubrimos que el cuerpo humano promedio no posee una gran cantidad de hierro, 4 gramos en hombres y 3.5 gramos en mujeres. Poco más de la mitad está en la hemoglobina, cuya fórmula contiene apenas cuatro átomos de hierro [C(2952)H(4664)O(832)N(812)S(8)Fe(4)].
Pero cuatro gramos son cuatro gramos, y si utilizamos un súper imán de neodimio, ¿qué sucede? Tal y como se puede apreciar en este reciente vídeo en el canal Brainiac75 de YouTube, no lo que esperábamos. Las propiedades magnéticas en los átomos de hierro no siempre son las mismas, y eso queda demostrado en su experimento con los fósforos.
Ahora, al hacer una prueba similar con sangre de cerdo, ni siquiera su monstruo de 12 kilogramos (al que puedes ver en acción más abajo) parece tener efecto. Luego de colocar un poco de sangre en un pequeño vaso sobre un trozo de poliestireno flotando en agua, llegó la sorpresa: La sangre es repelida por el imán.
¿Por qué vemos esa reacción cuando en realidad existe un poco de hierro? La clave se encuentra en la hemoglobina, que al estar oxigenada se vuelve diamagnética, y pasa a ser paramagnética sólo con ausencia de oxígeno. La presencia de hemoglobina oxigenada en sangre venosa es del 96 al 99 por ciento, mientras que en la sangre arterial oscila entre el 60 y el 80 por ciento. Si a eso le sumamos el hecho de que el agua en nuestra sangre también es diamagnética, el rechazo entre la sangre y el súper imán es lógico.