El SSD es una de las mejores actualizaciones que puede recibir hoy cualquier ordenador. Con una buena administración y una dosis razonable de mantenimiento, el usuario promedio podrá luchar contra los límites de capacidad y conservar un nivel óptimo de rendimiento. Aún así, de acuerdo a Alvin Cox, uno de los principales investigadores de Seagate, los SSDs pueden perder datos si no se los almacena a la temperatura correcta…
Cuando decimos que el calor es uno de los enemigos mortales de la informática, no estamos exagerando. Sólo basta con ver de cerca los titánicos esfuerzos que realizan las compañías para mantener en equilibrio térmico a sus centros de datos. Túneles de viento, agua salada y hardware personalizado están a la orden del día, pero el calor también acecha a los usuarios individualmente. Ordenadores portátiles que se cuelgan, juegos con «artefactos» en la imagen causados por tarjetas gráficas mal ventiladas, procesadores que reducen su velocidad automáticamente para ganar estabilidad y fuentes de alimentación que explotan como petardos son parte del «combo maldito» que llega con cada grado de temperatura extra. Concedido: Tenemos herramientas muy importantes a nuestro alcance para combatir sus efectos, sin embargo, el calor tiene la capacidad técnica (y hago énfasis en «técnica») de causar problemas incluso fuera del gabinete, por ejemplo, borrando un SSD utilizado como respaldo.
De acuerdo a Alvin Cox, investigador senior en Seagate, las unidades de estado sólido son susceptibles a cambios importantes de temperatura en su entorno. El estudio publicado en la JEDEC (y no en nombre de Seagate) explica que los SSDs destinados al mercado empresarial pueden conservar datos sin energía durante dos años, siempre y cuando sean almacenados a un promedio de 25 grados Celsius. El descubrimiento de Cox es que por cada cinco grados de incremento en la temperatura, el tiempo de almacenamiento se reduce a la mitad. En consecuencia, un SSD guardado a unos poco favorables 35 grados podrá retener datos por un máximo de seis meses.
De todas maneras, esta información no representa ninguna urgencia. ¿Por qué? El estudio agrega que un SSD de consumo general puede conservar datos por un año entero si funciona durante ocho horas diarias a 40 grados, y su temperatura de descanso es de 30 grados, muy superior al promedio de cualquier ambiente normal. Obedeciendo a la «regla de los cinco grados» de Cox, un SSD conservado a 25 grados y funcionando a 40 grados verá duplicado su tiempo de retención a dos años. En resumen: La información es técnicamente correcta, pero es un poco más preocupante para el entorno empresarial, ya que tiene en consideración a un SSD que excedió su umbral de durabilidad de escritura, o está muy cerca de hacerlo. Los usuarios de a pie, podemos estar tranquilos.