En un nuevo episodio de «Vamos a enviar cosas al espacio aunque no estemos seguros de ello», una compañía rusa llamada StartRocket quiere revitalizar la posibilidad de transmitir publicidad desde el espacio exterior, pero no colocando productos en misiones oficiales (algo que ya sucedió), sino constelaciones enteras de anuncios brillantes que serían visibles desde la superficie terrestre. ¿Te imaginas ver al logo de Coca-Cola gigante en plena noche…?
Hace poco hablamos sobre el concepto chino de una luna artificial para iluminar ciudades y ahorrar energía. Los parámetros generales sugieren que los encargados del proyecto inicial no parecen estar conscientes de las dificultades (técnicas, financieras, políticas y sociales) que deberán enfrentar. La visión de mover una mayor cantidad de infraestructura al espacio no sólo es tentadora, sino que se volverá algo necesario si queremos desarrollar objetivos sólidos de exploración y colonización. Sin embargo, eso arrastra una enorme responsabilidad, aunque no todos la reconocen del todo. Una prueba reciente de ello llega desde Rusia, donde una compañía de nombre StartRocket quiere ir al espacio… para colocar publicidad. Sí.
El empresario ruso y CEO de StartRocket Vladilen Sitnikov dice que «nuevas eras demandan nuevos dioses», y que el mundo ya no está gobernado por poderosas deidades griegas, sino por marcas y eventos exclusivos. Su inspiración llegó a través de Humanity Star, el satélite pasivo en forma de esfera que la compañía Rocket Lab lanzó a comienzos de 2018, y que una parte de la humanidad pudo observar por más de dos meses. El plan de Sitnikov y su equipo es colocar unos 200 CubeSats con material reflectante a una altitud de 500 kilómetros en 2021. Cada uno de esos satélites será el «píxel» de una gigantesca pantalla orbital que podrá ser encendida o apagada para modificar el contenido (logos, palabras, etc.). Sitnikov ya compartió algunos números: 150 millones de dólares en costos de producción, y 200.000 dólares por ocho horas de anuncios… una ganga en comparación con el Super Bowl (175.000 dólares por segundo en promedio).
Ahora, ¿por qué es una pésima idea? En primer lugar, lo último que quiero ver junto a la Luna y el Lucero del alba es un anuncio sugiriendo que debo beber Budweiser o que Twitter es bueno para mi vida. En segundo lugar, ¡basura espacial! Si la presencia publicitaria se multiplica y cada anuncio tendrá 200 satélites como base, una vez que dejen de funcionar se convertirán en misiles (salvo que puedan ser programados con una reentrada final a la atmósfera), acercándonos un poco más al Síndrome de Kessler. Finalmente, propiedad. ¿Qué sucede si alguien reclama una órbita como suya para colocar anuncios? ¿Qué tan compatible sería eso con el Outer Space Treaty? Muchas preguntas, pero lo más probable es que este ruso busque cinco minutos de atención para financiar otra cosa…
Fuente: Reuters