La propaganda parece estar completamente fuera de control en la actualidad, pero no se trata de un «recurso» moderno, sino todo lo contrario. Ahora, si existe una cosa que debemos concederle a la propaganda en general es su formidable capacidad de adaptación a nuevos formatos de comunicación. Los dibujos animados no fueron la excepción, y apenas surgió la oportunidad, todas las potencias se volcaron a ellos para transmitir sus agendas. En esta oportunidad exploraremos varios ejemplos desarrollados en la Unión Soviética.
Algunos de los vídeos que aparecen a continuación no califican estrictamente como «propaganda», pero su antigüedad, el contexto político de la época, la repetición de estereotipos, la falta de traducciones confiables (tal vez el punto más débil) y las constantes acusaciones de «rusofobia» en los comentarios hacen que caigan dentro de la misma bolsa. Otros poseen fechas incorrectas, presentando más de diez años de diferencia con su publicación real. Sin embargo, nuestra prioridad es la calidad de las animaciones. Más allá de las serias limitaciones técnicas y extrañas decisiones creativas, lo cierto es que no están tan mal hechos…
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