Muy probablemente asumas que el cambio climático es un problema reciente. Es posible que creas, como casi todo el mundo, que la actividad humana de los últimos 40 o 50 años es la que ha comenzado a perjudicar la salud del planeta, y que antes de eso nadie se preocupaba por esos temas. Sin embargo, en un acalorado debate producido entre Thomas Jefferson, considerado uno de los Padres Fundadores de los Estados Unidos de América y Noah Webster, un editor, periodista y escritor estadounidense, se discutió sobre los aparentes cambios que producían en el clima actividades como la agricultura intensiva. Más de dos siglos después, seguimos discutiendo sobre los mismos problemas.
Existen problemáticas que parecen ser típicamente modernas, como la adicción a los videojuegos o la preocupación por la calidad de los alimentos que consumimos. La atención que despierta el llamado “cambio climático”, por ejemplo, puede parecer a un observador descuidado que se trata de un fenómeno reciente, que ha preocupado a la humanidad solamente en las últimas décadas. Sin embargo no es así.
En 1799, más de dos siglos antes de que las portadas de los periódicos comenzasen a ocuparse casi a diario de las causas y efectos del cambio climático en general y del calentamiento global en particular, se produjo en los Estados Unidos un intenso debate entre dos personalidades muy conocidas: Thomas Jefferson, que en ese momento era nada menos que el vicepresidente de ese país -más tarde llegaría a la presidencia- y un periodista político muy reconocido, experto en temas científicos, llamado Noah Webster. Con el tiempo, Webster sería reconocido como uno de los responsables del sistema educativo estadounidense. Se trataron los problemas relacionados con el calentamiento global, ya que se habían registrado -para Jefferson- preocupantes aumentos de las temperaturas en algunas regiones del país.
El vicepresidente contaba con una buena formación científica, y era un aficionado a la climatología. Desde el 1 de julio de 1776 había registrado en un cuaderno la temperatura y principales parámetros climáticos de Virginia. Se había puesto como meta registrar la temperatura al menos dos veces cada día durante cincuenta años, y muchos lo reconocieron como un experto en la materia, llegando incluso a escribir libros relacionados con este tema. En 1799 se desarrollaron una serie de reuniones que tenían como objetivo elaborar el texto de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, y lógicamente Jefferson era uno de los oradores.
Durante su discurso Jefferson mencionó un tema que le preocupaba: las consecuencias que tenían la acciones del hombre sobre el clima, y como había cambiado la temperatura durante los últimos años. Expuso que las nevadas eran cada vez menos duraderas y copiosas que antes, y cómo algunos ríos que años atrás se congelaban todos los inviernos ahora solo lo hacían ocasionalmente.
“Se está produciendo un cambio en el clima, de forma notoria. Los inviernos son mucho más moderados. Las nieves son menos frecuentes y menos copiosas. A menudo, no se encuentran por debajo de la montañas, más de uno o dos días, y muy rara vez una semana”, explicaba el vicepresidente. “Los ancianos me cuentan que la tierra solía estar cubierta de nieve unos tres meses al año y los ríos, que rara vez no se congelan durante el invierno, ahora casi nunca lo hacen. Este cambio ha producido una fluctuación entre el calor y el frío, en la primavera de este año, lo cual es fatal para las frutas”, agregaba.
Se está produciendo un cambio en el clima, de forma notoria. Los inviernos son mucho más moderados. Las nieves son menos frecuentes y menos copiosas. A menudo, no se encuentran por debajo de la montañas, más de uno o dos días, y muy rara vez una semana.
Por su parte, Webster, que también se encontraba presente y era famoso por su escepticismo, enfrentaba decididamente a Jefferson, acusándolo de emplear datos carentes de rigor científico y minimizando el problema. “La roturación de bosques para convertirlos en campos de cultivo ha dado lugar a algunos cambios microclimáticos, más ventoso y alguna variación en las condiciones climatológicas en el invierno. Pero aunque la nieve no permanezca en el suelo, no significa necesariamente que el país en su conjunto reciba menos nieve cada invierno. Tenemos, en los campos de cultivo, hoy en día la nieve profunda, y mañana no, pero la misma cantidad de nieve que cae en el bosque, se encuentra allí hasta la primavera”, decía Webster.
De alguna manera, los argumentos del escritor se parecen a los que muchos emplean hoy, más de doscientos años más tarde, para intentar mantener a flote algunas prácticas que si bien son económicamente muy atractivas, resultan enormemente destructivas para el planeta. Pero, a pesar de su postura opuesta a Jefferson, reconoció que regionalmente se producían cambios en las temperaturas registradas, que a la larga modificarían el clima local.
La historia cuenta que los argumentos de Webster fueron más poderosos, logrando convencer a los presentes de que lo mejor era desestimar lo expuesto por Jefferson. Lejos de amilanarse, el que dos años más tarde presidiría los Estados Unidos, continuó registrando minuciosamente los cambios climáticos incluso durante su vejez, aunque nunca volvió a enfrentar a Webster públicamente.