El Premio Nobel, un galardón que cada año entrega la Academia Sueca de las Ciencias, ha sido durante más de cien años el mayor reconocimiento al que puede aspirar quien obtiene algún logro excepcional. Sin embargo, la Fundación Nobel entrega solamente premios de química, física, medicina (o fisiología), literatura, paz y economía. Esto ha motivado que un panel de científicos haya alzado la voz para indicar que “el ámbito de los Nobel es demasiado limitado y no refleja el alcance de la ciencia moderna”. ¿Están obsoletos los Premios Nobel?
El Premio Nobel es una distinción que se otorga cada año a las personas que hayan hecho las investigaciones más sobresalientes, inventado técnicas o equipamientos revolucionarios o hayan hecho alguna contribución notable a la sociedad. El origen de estos premios se debe a la última voluntad de Alfred Nobel, un industrial sueco que entre otras menudencias inventó la dinamita. Parece que el bueno de Alfred cargaba sobre su conciencia el mal uso que la humanidad estaba haciendo de su más famoso invento, utilizando para la guerra un producto que había concebido para la ser aplicado en la minería. Según no pocos historiadores, esa puede haber sido la motivación principal de su afamado testamento, sumada a la costumbre de la época de realizar acciones para que el nombre de una persona trascienda al morir.
Como sea, Nobel firmó su testamento en el Club Sueco-Noruego de París el 27 de noviembre de 1895. En éste dejaba constancia de la forma en que debía repartirse su fortuna y cómo se otorgarían los premios que llevarían su nombre:
La totalidad de lo que queda de mi fortuna quedará dispuesta del modo siguiente: el capital, invertido en valores seguros por mis testamentarios, constituirá un fondo cuyos intereses serán distribuidos cada año en forma de premios entre aquéllos que durante el año precedente hayan realizado el mayor beneficio a la humanidad. Dichos intereses se dividirán en cinco partes iguales, que serán repartidas de la siguiente manera: una parte a la persona que haya hecho el descubrimiento o el invento más importante dentro del campo de la física; una parte a la persona que haya realizado el descubrimiento o mejora más importante dentro de la química; una parte a la persona que haya hecho el descubrimiento más importante dentro del campo de la fisiología y la medicina; una parte a la persona que haya producido la obra más sobresaliente de tendencia idealista dentro del campo de la literatura, y una parte a la persona que haya trabajado más o mejor en favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos existentes y la celebración y promoción de procesos de paz. […]
Sin embargo, el mundo ha cambiado mucho en los más de 100 años que pasaron desde que la conciencia de un industrial Sueco le llevara a instituir un premio. Por eso, un grupo de reconocidos científicos ha dirigido una carta abierta a la Fundación Nobel, en la que dejan claro que los premios necesitan una actualización general. Según se desprende del escrito, el ámbito de los Nobel es demasiado limitado y no refleja el alcance de la ciencia moderna. Según el profesor David King, ex consejero científico del gobierno británico y uno de los firmantes del texto, “los premios fueron establecidos a principios del siglo XX y cumplían de forma correcta las demandas de ese siglo. Pero desde entonces hemos visto avances en la ciencia, medicina, tecnología e ingeniería que han transformado de manera extraordinaria nuestros estándares de vida y bienestar”. Las áreas en las que se realizan las investigaciones más importantes ni siquiera existían en la época de Nobel.
“La población ha crecido. Ahora somos casi 7 mil millones de personas en el planeta y básicamente los desafíos del siglo XXI son todos nuevos, comparados con los desafíos del siglo XX”, afirma King. La Fundación Nobel entrega premios de química, física, medicina o fisiología, literatura, paz y economía. Pero hoy en día se necesitan premios nuevos que reconozcan avances en otros campos. A pesar de las buenas intenciones de Alfred Nobel, lo cierto que se dan algunas situaciones curiosas a la hora de aplicar los mecanismos estipulados para entregar sus premios. Por ejemplo, si Charles Darwin hubiese elaborado sus teorías después de la instauración de los Nobel no hubiese calificado para recibir el premio. Su trabajo sobre el origen de las especies difícilmente se hubiese podido incluir en la categoría de Fisiología y Medicina, y queda claro que tampoco las otras categorías existentes podrían haberlo acogido. Pero muchos logros actuales tampoco encajan en la definición original de los premios. El Nobel de la Paz, en 2004, se entregó a la ecologista keniana Wangari Maathai. Y en 2007, Al Gore y el Panel Intergubernamental de Naciones Unidas para el Cambio Climático (IPCC, por Intergovernmental Panel on Climate Change) también recibió ese premio. Está claro que la definición original del galardón se ha “estirado” lo suficiente para que estas dos personas pudiesen ser premiadas, ya que pese a la importancia de los logros de Wangari, Gore o el IPCC su relación con la paz es -como mínimo- discutible.
“El desafío más importante que enfrentamos hoy en día puede resumirse de forma simple”, afirma King. “Estamos agotando los servicios de ecosistemas vitales para nuestra vida mucho más rápido de lo que los estamos reponiendo. Por eso que debería ponerse más atención científica a este reto y al logro de soluciones, ya sean asociadas al medio ambiente, al cambio climático, al uso del agua o a la producción de alimentos. Es decir, avances que nos ayuden a vivir de manera sostenible en nuestro planeta limitado,” afirma. Las personas o instituciones que trabajan para resolver estos problemas merecerían tener su propia categoría, según el panel de expertos. Los profesores Steven Pinker de la Universidad de Harvard y Tim Hunt -quien ganó el Nobel de Medicina en 2001- sugieren crear un premio que incluya áreas como la mitigación del cambio climático y la conservación de las especies. Y la ecología no es -obviamente- la única materia que queda fuera de los premios.
Muchos logros relacionados con la salud pública, como la erradicación de enfermedades como la viruela el siglo pasado o los avances contra el combate del VIH-SIDA, no encajan dentro del alcance del Premio Nobel de Medicina. Lo mismo pasa con otros muchos campos de la ciencia moderna, como el de biología evolutiva o las neurociencias. Pero algunos se preguntan para qué cambiar la forma en que se entregan estos galardones si, de todos modos, los científicos de todas formas hacen su trabajo en esas áreas. Lo cierto es que el estímulo de un premio de la categoría que tiene el Nobel seguramente ayudaría a que la ciencia avanzase más rápidamente en la resolución de algunas cuestiones. “El Nobel es absolutamente único es términos de visibilidad global. No existe otro premio en la esfera intelectual que posea el prestigio del premio Nobel“, dice King.
Pero la realidad indica que es muy poco probable que el pedido de los científicos sea aceptada por la Fundación Nobel. La carta en cuestión ha sido dirigida al director ejecutivo de la Fundación, Michael Sohlman, quien ya ha hecho declaraciones al respecto. Sohlman, entre otras cosas, sostiene que “Nuestro punto de vista sobre la inmovilidad de los premios es diferente del de estos científicos. Dicen en su carta que Alfred Nobel no pudo haber previsto el VIH o el cambio climático, pero en estas dos áreas ya se han entregado premios recientemente“. En otras palabras, para Sohlman los premios sí cubren lo que está ocurriendo en el mundo moderno. Como para terminar de disipar las dudas, el director ejecutivo de la Fundación Nobel asegura que “las categorías fueron establecidas en un testamento, y el contenido que abarcan se está desarrollando correctamente.”
También algunos científicos, pese a reconocer las limitaciones de los premios, creen que es mejor no cambiarlos. “Los Premios Nobel son una marca tan potente que no conviene jugar con ella”, sostiene Al Teich, director de Programas de Ciencia y Política en la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia en Washington (EEUU). Como puedes ver, las opiniones están muy divididas. Por un lado, queda claro que Alfred Nobel no pudo prever los cambios que tendrían lugar en la ciencia más de un siglo después de su muerte, y por otro, no resultará fácil modificar el deseo póstumo del empresario. La polémica está servida. Y tú, ¿qué opinas?