A pesar de la revolución que causó el descubrimiento que “podría” haber identificado al bosón de Higgs en julio pasado, el Premio Nobel de Física de este año tomó una dirección diferente. Como ha sucedido en ocasiones anteriores, el premio será compartido entre dos científicos: Serge Haroche de Francia, y David Wineland de los Estados Unidos. Sus trabajos, que fueron llevados a cabo por separado, dieron como resultado métodos avanzados de medición y manipulación de sistemas cuánticos individuales. Dicho de otra forma, pueden controlar partículas.
Algunos científicos han escogido lo que se presenta como una batalla perdida. Por cada telón que se abre en el mundo de las partículas, dos nuevos parecen caer de la nada. En general, el descubrimiento y el estudio de partículas están asociados a condiciones extremadamente delicadas y niveles masivos de energía. Sólo basta con ver la magnitud del LHC para entender que “lo muy pequeño” puede llegar a demandar algo “muy grande”. El mundo científico casi se paralizó en julio pasado cuando se anunció lo que “puede llegar a ser” el bosón de Higgs. Su confirmación o rechazo requerirá aún más tiempo y recursos, más allá de que el Modelo Estándar “diga” que está ahí. Sin embargo, la entrega del Premio Nobel de Física de este año nos aleja del LHC, y nos presenta algo de una complejidad asombrosa: El control individual de partículas.
Básicamente, lo que han logrado el francés Serge Haroche y el estadounidense David Wineland es la observación y manipulación directa de sistemas cuánticos sin destruirlos en el proceso. Los métodos que estos expertos han desarrollado permiten obtener control sobre estados cuánticos con una fragilidad considerable. Aunque el control es la esencia de estos desarrollos, ambos científicos tomaron caminos diferentes: Wineland es todo un cazador de iones, capturándolos y midiendo sus propiedades con la intervención de fotones. Por otro lado, Haroche se ha enfocado en lo que podría interpretarse como el “espejo” del trabajo de Wineland: La captura de fotones, haciendo pasar átomos a través de una “trampa” especialmente diseñada.
Como pueden observar en el vídeo, la comunidad científica recibió con cierta sorpresa el anuncio de los ganadores, porque la gran mayoría imaginaba que el niño mimado sería el bosón de Higgs, y todos los relacionados con su estudio. De todas maneras, los trabajos de Haroche y Wineland pueden abrir paso a algo que quienes estamos relacionados con la informática estamos esperando con ansias: Ordenadores cuánticos. Al poder capturar, aislar, observar y controlar partículas individuales, el evasivo sistema podría volverse una realidad, aunque no sería lo único. A modo de ejemplo, Wineland y su equipo crearon un reloj óptico con una precisión tal que está cien veces por encima de un reloj atómico basado en cesio. Y para colocarlo en perspectiva, si uno de esos relojes hubiera comenzado a funcionar en el momento del Bing Bang, estaría descalibrado en apenas cinco segundos actualmente. Como corresponde, felicitaciones para ambos.