Para muchas personas “ciencia ficción” es sinónimo de fantasía, películas de acción o narraciones sobre cosas imposibles. En NeoTeo te mostramos como muchas ideas de CF se trasformaron (y transformarán) en realidad.La ciencia ficción es un género artístico surgido en la literatura ante la necesidad de incluir en ella las vivencias de un mundo donde la tecnología desempeña un papel creciente. Tiene el don de predecir situaciones que actualmente pueden parecer fantásticas o imposibles, por lo que muchos la denominan “género de anticipación”.
El hecho de que muchos autores posean una preparación científica y un conocimiento de los temas planteados por la ciencia y la tecnología, ayuda a desarrollar ideas o escenarios que son totalmente posibles.
Julio Verne
Un caso emblemático de esto es del Julio Verne. Nacido en 1828, fue un increíble investigador ocupado desde su juventud en adquirir una cultura científica enciclopédica y mantenerse al día de los adelantos científicos. Además de su sorprendente bagaje científico, Verne siempre se hizo asesorar por los mejores expertos en las materias de las que escribía. Como resultado de esto, fue capaz de anticipar los viajes a la Luna en su obra “De la Tierra a la Luna” (1865) más de 100 años antes de que fueran posibles. El “Nautilus” con el que el Capitán Nemo navegaba bajo los mares del mundo, ideado en 1870 para “20.000 leguas de viaje submarino”, se parece en mucho al primer submarino atómico construido por los Estados Unidos en el año 1955.
Herbert George Wells
Herbert George Wells logró que en mayo de 1938 millones de norteamericanos fueran presa del terror, cuando Orson Welles transmitió por radio su obra “La guerra de los mundos”. En ella, los extraterrestres utilizan un mortal rayo verde que se parece a los actuales láseres. El humo negro empleado como arma por los alienígenas anticipa tristemente a la guerra química o a los gases asfixiantes.
Arthur C. Clarke
Otro caso muy conocido es el de la novela “2001”, escrita por Arthur C. Clarke en 1979. En ella, uno de los protagonistas, el Dr. Floyd, realiza una videoconferencia con su hija en la Tierra. Esto es posible gracias a los satélites de comunicaciones geoestacionarios, que el mismo Clarke propuso en un artículo en el año 1945. Veinte años después, esto se volvió realidad cuando se lanzó el satélite Early Bird de Intelsat, el primer satélite comercial de comunicaciones puesto en órbita. Hoy día la órbita geoestacionaria de 42.000 km. es llamada “Órbita Clarke” por la Unión Astronómica Internacional. Así como al pasar, Clarke también ha propuesto las estaciones espaciales que obtienen una seudo gravedad gracias a la rotación sobre uno de sus ejes.
“El Hombre Nuclear”
Muchas personas recuerdan la famosa serie de televisión “El Hombre Nuclear”. Sí, el de los seis millones de dólares. Los brazos y piernas robóticas que estaban integrados a su cuerpo reemplazaban miembros perdidos. Cameron Clapp es adolescente de 19 años, y las personas que lo ven por primera vez no salen de su asombro: es un joven que camina sobre brillantes piernas robóticas. Clapp perdió ambas piernas por encima de la rodilla y su brazo derecho después de caer en las vías del tren hace casi cinco años. La tecnología ha estado de su lado, y la compañía alemana que produce prótesis avanzadas (C-Leg) le ha proporcionado sus miembros robóticos. Combinan tecnología computacional con la hidráulica. Los avances recientes, incluidos los materiales compuestos de peso ligero, microcontroladores programables, y sensores más precisos y diminutos, están haciendo que los amputados recuperen notables grados de movilidad.
El siguiente paso lógico es que personas que no han sufrido amputaciones puedan aprovechar este tipo de avances. Una de las alternativas, tal como puede verse en “Alien” o leerse en “Starship Troopers” de Robert A. Heinlein, es la utilización de un exoesqueleto.
Profesor Homayoon Kazerooni
En 2004, el profesor Homayoon Kazerooni de la Universidad de California mostró públicamente un exoesqueleto que es autoimpulsado. Se mueve con un junto a las piernas del portador, que puede caminar, arrodillarse, curvarse y oscilar de lado a lado y caminar haciendo ochos alrededor de una habitación. El usuario lleva un chaleco que soporta el armazón de la mochila y un motor. El sistema sensorial del exoesqueleto se encarga de ajustar la potencia hidráulica para minimizar la carga que soporta el piloto. El exoesqueleto, de 45 kilogramos, puede portar su propio peso y otros 30 kilogramos y el portador sólo percibe como si llevara tres kilos.
Cyberpunk
Otra corriente de la ciencia ficción (la denominada “ciberpunk”) también ha hecho predicciones sorprendentes, como es el caso de William Gibson, que en su primera obra, “Neuromante”, acuñó el término “ciberespacio”. En su novela vio con bastante antelación el fenómeno de Internet y la realidad virtual, así como otras inquietantes novedades que previsiblemente se van a producir.
Pero la Ciencia Ficción también nos ilusiona con una multitud de inventos y artefactos que si bien aún no han sido concretados, pueden ser posibles algún día. Muchos autores han propuesto inventos que al no violar ninguna ley física seguramente serán realizados.
Ascensor espacial
Uno de estos inventos, que verán nuestros nietos, es el llamado “ascensor espacial”. Básicamente se trata de un satélite en una órbita geosincrónica del que parte un cable de más de 36.000 Km. de largo que llega hasta el suelo. Por el cable pueden subir y bajar naves y cargas a un coste mucho menor que el que supone lanzarlos por medio de un cohete. Arthur C. Clarke (en “Fuentes del paraíso “) y Charles Sheffield (en “La telaraña entre los mundos”) son los introductores del concepto en una obra de ficción.
Larry Niven
Si pudiésemos disponer de un elevado numero de satélites en la órbita, seria posible unirlos entre si con una estructura, de forma de tener una gran superficie habitable. Esta es inmensamente mayor que la de un planeta, debido a su gran diámetro. Larry Niven, en “Mundo Anillo” y sus secuelas (“Ingenieros de Mundo Anillo”, etc.) explica los pormenores de esta idea. Niven se caracteriza por brindar muchos datos técnicos en sus novelas.
El paso conceptual siguiente, para una civilización con enorme necesidad de energía, sería la de aprovechar el 100% de la energia que emite una estrella, construyendo una esfera colectora a su alrededor, a una distancia como la que existe entre Júpiter y el Sol. A Freeman Dyson se le ocurrió la fantástica idea, proponiendo que se utilicen para su construcción material del sistema (como asteroides y planetas) que irían desmembrándose paulatinamente. Los autores españoles Juan Miguel Aguilera (1960) y Javier Redal (1952) han publicado las obras “Mundos en el abismo” e, “Hijos de la eternidad” en las que se describe con todo detalle una Esfera de Dyson.
Evidentemente, podríamos citar miles de ejemplos más que servirían para responder la pregunta del titulo del artículo con un rotundo “Sí”.
Kurt Lancaster
Tal como asegura Kurt Lancaster, escritor de ciencia ficción y profesor adjunto en el Fort Lewis College, Colorado, “Sin la ciencia ficción, jamás hubiéramos ingresado en la era espacial. Los jóvenes lectores de finales del siglo XIX recibieron una inspiración tan fuerte de Jules Verne y H.G. Wells que muchos de ellos se especializaron en cohetes para así poder inventar la tecnología que les permitiría viajar a otros mundos.”