Más allá del fabricante o de las especificaciones técnicas, hay dos condiciones que alcanzan a casi todos los smartphones modernos: No sabemos lo que sucede dentro de ellos, y no podemos modificarlos. De hecho, ciertas compañías parecen estar decididas a bloquear incluso la posibilidad de una reparación. El proyecto Precursor se dirige en la dirección contraria. A simple vista es un kit de desarrollo con disponibilidad limitada, pero además de priorizar la seguridad, básicamente invita al usuario a realizar todo tipo de modificaciones.
Piensa en una plataforma «abierta». Es probable que el primer nombre en tu mente sea Arduino, cuyos módulos y controladores han sido clonados hasta el cansancio, aunque la propia expresión «Arduino» es marca registrada, y no faltaron disputas por copyright en el pasado. Otro caso de alto perfil es el Raspberry Pi, pero su funcionamiento correcto depende de blobs, o sea que es «abierto» con un enorme asterisco detrás. Entonces, ¿bajo qué situaciones se vuelve necesaria una apertura total?
Los ejemplos son varios: Mensajeros instantáneos, administradores de contraseñas, sistemas de autentificación, billeteras digitales, gestión de criptomonedas. Software «y» hardware. Algunos dirán que se trata de pura paranoia, pero sabemos que hay desarrolladores allá afuera muy interesados en alcanzar otro nivel de seguridad para sus dispositivos móviles. En este punto es cuando interviene Bunnie Huang (a quien probablemente recuerdes por el ordenador portátil Novena) con su proyecto Precursor.
No es un smartphone. Sé que lo parece, y desde cierto punto de vista nos recuerda a un BlackBerry, pero no hay un módem GSM en su configuración, y ni siquiera tiene micrófono incorporado. Su única conectividad inalámbrica es vía WiFi… a menos que decidas instalar algo diferente. Esa es la idea: Un dispositivo que habilita y estimula su hackeo, listo para ser llevado en el bolsillo, y con una cadena de confianza intacta. Cada usuario de Precursor puede desmontar, inspeccionar y verificar su unidad sin restricciones.
Sus especificaciones nos hablan de no uno, sino dos FPGA, un Xilinx XC7S50 como SoC principal, y un Lattice Semiconductor iCE40UP5K asumiendo el rol de controlador integrado. La pantalla es monocromática, presenta una resolución de 536 x 336 a 200 ppi, y es retroiluminada, al igual que el teclado físico. Todo esto y mucho más (sensores, TRNG dual, WiFi con sandbox, altavoz, motor de vibración, etc.) es alimentado con una batería recargable de 1.100 mAh, prometiendo unas 100 horas de stand-by, o 5.5 horas de uso continuo. En esencia, es una especie de «Palm superseguro» para desarrolladores.
Y es costoso, no vamos a negarlo. Al tratarse de una edición limitada, el Precursor no puede acceder a las ventajas naturales de la producción masiva. Eso significa una inversión mínima de 512 dólares para adquirir una unidad, y armarse de paciencia (la entrega será en diciembre de 2021). Quedan 11 días en la campaña de CrowdSupply, y se encuentra muy cerca de su meta de 220 mil dólares, por lo que hay muchos entusiastas interesados en el hardware. Si eres uno de ellos, el enlace oficial aparece más abajo.
Accede a la campaña: Haz clic aquí
La ley debería obligar a todo dispositivo electrónico a ser diseñado de forma que pueda ser desensamblado de forma que se estimule su reparación. De otra forma, lo único a lo que contribuimos es a aumentar la basura electrónica.