Con sólo mencionar el nombre “Porsche”, cualquier persona puede imaginar fácilmente dos o tres modelos históricos de la compañía, aún si no sabe mucho sobre coches. Sin embargo, el ancestro original de todos esos vehículos de alto rendimiento es el Porsche P1, un coche eléctrico, que el maestro Ferdinand diseñó en 1898.
Era el 26 de junio de 1898. Ferdinand Porsche tenía apenas 22 años cuando ingresó a la fábrica de la Jakob Lohner & Company, que principalmente producía carruajes para la realeza. En ese particular día de junio, Porsche reveló a su primer coche, el Egger-Lohner, también conocido como el modelo C.2 Phaeton, pero que pasaría a la historia con un nombre mucho más sencillo: P1, o sea, “Porsche 1”. Además de ser presentado como un “carruaje sin caballos”, el P1 tenía un detalle técnico sobresaliente: Era eléctrico.
78 kilómetros de autonomía y una velocidad máxima de 33 kilómetros por hora establecían los parámetros principales del P1, pero ambos valores se vieron comprometidos por los 1.800 kilogramos de baterías de ácido que el coche necesitaba. El P1 participó en una competencia de coches eléctricos en septiembre de 1899, en la que terminó primero (llevando tres personas) con 18 minutos de ventaja sobre el segundo coche. Un año después fue exhibido en la Feria Mundial de París, y para 1902 se perdió su rastro… hasta ahora.
112 años después, el Porsche P1 ha sido redescubierto en el cobertizo de una granja ubicada en Austria. Con más de un siglo de edad, debemos reconocer que su estado de conservación es mucho más aceptable de lo que cualquiera podría esperar. Aún así, Porsche decidió trasladarlo a su museo localizado en el distrito de Zuffenhausen (Stuttgart), y presentarlo al público sin ninguna clase de restauración. Lo único que fue agregado al P1 es una estructura de acrílico para indicar la ubicación original de los asientos. El pionero ha regresado a casa, y descansará junto a otros iconos de la compañía, como el Porsche 356/1, el primer coche hecho por “Ferry” Porsche.