Si utilizas tu cuenta de Google para ingresar a YouTube, es poco probable que el algoritmo te haga salir de la «burbuja». Sin embargo, con las palabras correctas es posible acceder a una serie de canales y vídeos que supuestamente no deberían estar en la plataforma. El debate sobre el llamado «porno secreto de YouTube» se ha extendido por un largo tiempo, y algunos ejemplos van desde thumbnails muy sugestivos hasta el ocasional softcore que escapa al filtro automático…
Las múltiples varas de YouTube
Una de las quejas más recurrentes sobre YouTube apunta a su filtro de contenido. Seamos honestos: Hay cosas que no se pueden decir, hay cosas que no se pueden hacer, y hay cosas de las que no se puede hablar en la plataforma. Vídeos legítimos sobre depresión y salud mental son desmonetizados, youtubers que comparten su conocimiento de armas de fuego también han visto bloqueados sus ingresos, y en la otra acera, ciertas personalidades controvertidas que generan millones de reproducciones por vídeo logran escapar de algún modo a los filtros más duros.
Como si fuera poco, hay usuarios allá afuera que activamente tratan de evitar esos filtros, y si consideramos que YouTube recibe el equivalente a 500 horas de vídeo por minuto, la plataforma tiene las manos llenas. Ahora, si hay un tipo de contenido que «vende» cada vez más en la Web es el sexo (OnlyFans y el «TikTok porn» son pruebas sólidas de ello), y eso nos lleva a la existencia de cierto «porno secreto de YouTube».
Explorando el «porno secreto» de YouTube
Todo comienza con un canal pequeño, enfocado en temas de interés general como tips de diseño, coches de alta gama y tecnología, pero los thumbnails de sus vídeos claramente revelan frames de películas o catálogos para adultos. A veces, esos vídeos son toda una paradoja, ya que su contenido no resulta ser explícito, y el «porno» está en los enlaces (por no decir puro spam) que aparecen en los comentarios.
Sin embargo, la manipulación de thumbnails no es nueva ni mucho menos. Uno de los casos más recientes fue reportado en marzo de 2020, usando la palabra clave «peliculas completas» en YouTube. Los principales ejemplares ya fueron retirados, pero todavía quedan algunos rezagados.
«DiamondGate» y «ElsaGate»
Mientras tanto, el algoritmo demuestra una precisión notable al eliminar o desmonetizar vídeos dedicados a la educación sexual, especialmente si fueron creados por minorías. A esa contradicción se suman fenómenos perturbadores como «DiamondGate» y «ElsaGate», que todavía registra cierta actividad.
El primero se basa en vídeos (usualmente escondidos detrás de anuncios publicitarios sobre diamantes) que en más de una ocasión enseñan a menores de edad armando sets de Lego en ropa interior, o jugando Minecraft por unos minutos hasta que el «gameplay» es reemplazado con una película softcore. El segundo apunta a los más pequeños, con personajes al nivel de Spider-Man o Elsa en situaciones absolutamente inapropiadas para menores.
La pregunta de fondo no es otra más que «¿Por qué?» ¿Cuál es el plan maestro detrás de todo este contenido? Con el paso de los años surgieron muchas hipótesis, pero la más simple y fuerte hasta ahora es la manipulación del sistema de ads en YouTube.
El caso del canal «Khang Pham Chanel» es contundente: No llega a 5.000 suscriptores y tiene diez vídeos (con porno en sus thumbnails), pero registra casi 4 millones de hits, lo que se traduce en unos 8.000 dólares de ganancia. En el caso específico de ElsaGate, los usuarios imaginan algo más perturbador, como una red de pedofilia realizando grooming.
En resumen
Para finalizar, no debemos olvidar un pequeño detalle: YouTube también obtiene ganancias por la publicidad, lo cual puede llevar a sospechas adicionales. Reportar estos vídeos no es complicado, pero el verdadero problema es que nadie puede impedir su carga en primer lugar.
Tal y como mencionamos más arriba, YouTube tiene las manos llenas con 500 horas de vídeo por minuto. La única línea de defensa está formada por el algoritmo (que funciona bastante mal) y un puñado de voluntarios en diferentes comunidades.
Fuente: MEL Magazine
