¿Dolores de cabeza? «Hay que sangrar». ¿Una infección? «Hay que sangrar». ¿Estás envenenado? «Hay que sangrar». La medicina tuvo momentos en el pasado que se destacan por su falta de brillantez, y uno de ellos fue el uso extendido de la sangría como tratamiento para un amplio número de condiciones. Afortunadamente, la medicina moderna ha erradicado casi por completo a la sangría tradicional, pero todavía quedan algunas enfermedades que la necesitan… de forma muy controlada, por supuesto.
Uno de los aspectos más impresionantes de la sangría es su prevalencia. La información disponible sugiere que esta práctica se remonta al Antiguo Egipto (algunos historiadores indican que los egipcios confundieron el ácido hiposudórico de los hipopótamos con sangre, e interpretaron que sangraban para «obtener alivio»), pero encontró su «Era Dorada» con Hipócrates y su «optimización» de la Teoría de los Humores. Su base nos habla de cuatro fluidos: Flema, bilis amarilla, bilis negra, y sangre. Cuando estos fluidos perdían su balance, las enfermedades estaban a la vuelta de la esquina…
Sangría en el siglo XXI: ¿Cómo y por qué?
… y como nos enseña este vídeo de SciShow, los viejos maestros de la medicina creían que la sangría podía ayudar a recuperar ese balance. Los instrumentos utilizados por los doctores para iniciar el proceso parecen diseñados por John Kramer (!), entre los que se destaca el «Scarificator», pero también se adptaron recursos naturales como las sanguijuelas. Con el paso de los siglos se escribieron toda clase de guías y referencias que recomendaban zonas específicas del cuerpo y cantidades de sangre a extraer, dependiendo de la enfermedad.
Uno de los casos más relevantes a nivel histórico fue el de George Washington, quien recibió una sangría particularmente intensa después de haber desarrollado una infección en su garganta. En un período de diez horas, Washington perdió 3.75 litros de sangre, y falleció al poco tiempo.
Entonces, ¿por qué la sangría logró conservar su popularidad si su efectividad era nula? Algunos lo atribuyen a una combinación de efecto placebo (o sea, «es preferible dar cualquier tratamiento a no dar ninguno») y una amplia disponibilidad para todas las clases sociales, pero el British Columbia Medical Journal afirma que el trabajo del doctor Pierre Louis con pacientes de neumonía en el siglo XIX fue esencial para «retirar» a la sangría.
Aún así, la sangría no desapareció por completo. Su versión moderna es la flebotomía terapéutica, y se aplica en condiciones como la policitemia vera (exceso de glóbulos rojos) y hemocromatosis (acumulación excesiva y dañina de hierro en el cuerpo). La flebotomía es el tratamiento principal para la depleción de hierro (aproximadamente 500 mililitros por semana), seguida por el uso de agentes quelantes.
Fuentes: SciShow, British Columbia Medical Journal