La tecnología dio lugar a una verdadera explosión creativa a finales de los años ’70, pero también se había instalado la idea (o mejor dicho, el deseo) de lo instantáneo. Eso nos lleva a Polaroid, que en 1977 aún era comandada por su fundador e inventor de las cámaras instantáneas, Edwin Land. En esencia, Land se preguntó si esa cualidad especial de sus cámaras fotográficas podía extenderse el vídeo, y la respuesta fue el sistema Polavision. Lamentablemente, las cosas no salieron bien para Land y su flamante creación, a un extremo tal que casi destruye a la compañía…
1977. Commodore PET, Apple II, Tandy TRS-80, Atari 2600, ¡el estreno de Star Wars! Vaya si fue un año movido… pero el público quería más: Más color, más sonido, más «todo» por así decirlo. Cualquiera podía grabar sus cortos caseros en 8 milímetros, y la guerra VHS-Betamax estaba a punto de estallar. Sin embargo, en abril de ese año, el fundador de Polaroid Edwin Land dio una conferencia frente a miles de accionistas de la compañía, y anunció abiertamente que la era de «imágenes vivas e inmediatamente visibles» estaba al alcance. Land dijo eso no sólo como una especie de predicción, sino para indicar que Polaroid estaría al frente y en el centro de esa tendencia con un nuevo producto: Polavision.
Polavision era un sistema de vídeo instantáneo basado en tres componentes: La cámara Polavision, sus cassettes dedicados, y un reproductor especial que se comportaba casi como un proyector. La promesa era simple, pero gigantesca: Ver todas tus películas caseras en cuestión de minutos, sin necesidad de enviarlas a una tienda para su procesamiento. Cada cassette podía guardar unos tres minutos de vídeo (similar a una cinta Super 8), y Polaroid también exploró la posibilidad de posicionar a Polavision para un uso industrial, una vez más, haciendo énfasis en el ahorro de tiempo (por ejemplo, las grabaciones podían ser reproducidas en el lugar de una obra, en vez de enviar el filme a otra parte).
Entonces, ¿qué sucedió? Los analistas de la época sugieren que a pesar del anuncio, Polavision era un sistema obsoleto desde el paso inicial. La primera videocasetera VHS llegó a las tiendas estadounidenses en agosto de 1977, y a partir de allí, tanto Betamax como VHS arrasaron con todo a su paso en materia de calidad y duración de vídeo. Otro punto débil en Polavision fue que su versión inicial no podía grabar audio. Si bien el soporte estaba planeado para revisiones posteriores, el producto de primera generación era mudo.
Además, Polavision tenía una calidad de imagen mucho más pobre de la esperada. Debido a la capa de filtrado en la película, que sólo permitía el paso de luz verde, roja o azul por separado, el resultado final era muy oscuro (equivalente a ISO 40), borroso, y con un tono de gris cubriéndolo todo. Si a eso sumamos la imposibilidad de borrar y reusar cassettes, el costo elevado del sistema (Super 8 era mejor, más barato, y con audio), y su perfil cerrado que impedía la reproducción en un proyector tradicional o un televisor, el destino de Polavision estaba sellado.
Polavision se convirtió en un absoluto desastre tecnológico y financiero para Polaroid, creando un rojo de 68.5 millones de dólares (casi 300 millones ajustados por inflación) y el despido de 2.000 personas. Como era de esperarse, toda la responsabilidad cayó sobre Edwin Land, y nada volvió a ser lo mismo para aquel pionero, que renunció a su cargo ejecutivo en 1980, y abandonó la compañía en julio de 1982.