Se sabe que las comunicaciones con razas extraterrestres nunca fueron exitosas, pero entre todas existe una muy particular, de la cual poco se ha documentado. El artista/científico, Joe Davis, lideró un proyecto a mediado de los ochenta donde intentaron enviar grabaciones de contracciones vaginales, como respuesta a las censuras sexuales que había impuesto la NASA en su momento. La transmisión nunca pudo hacerse por completo, pero algunos minutos de ella aún viajan por el espacio.
Antes que nada, probablemente sea mejor explicar quién es Joe Davis, ya que es uno de los artistas/científicos más relevantes de los últimos años y, a la vez, apenas puede vivir con sus trabajos en universidades (como MIT) y sus propias obras. Las cuales vende a amigos por un bajo costo o debe mantener en reclusión. Davis es una de las pocas personas que logró unir dos ámbitos que nunca se llevaron bien: el arte y la ciencia. Como “Microvenus”, una obra en la cual introdujo un símbolo que representa el aparato reproductor femenino y, a la vez, una runa germánica antigua que representa la Tierra femenina, en el código genético de un microbio mediante ingeniería genética.
A mediados de los años 80 y, aunque parezca difícil de creer, existía censura sexual por parte de la NASA. La agencia espacial hasta llegó a prohibir por completo cualquier imagen de un ser humano desnudo. Teniendo en cuenta que uno de los intereses más grandes para una raza extraterrestre puede ser cómo nos reproducimos, Joe Davis se había preocupado de que no se hubiera enviado ninguna imagen completa del ser humano o, por lo menos, algún tipo de información sobre la reproducción. Así es cómo nació el proyecto conocido como Poetica Vaginal.
El objetivo era transmitir el sonido de las contracciones vaginales a sistemas solares cercanos. Para llevarlo a cabo construyeron lo que podría llamarse un “Detector Vaginal”, que consistía en un tubo centrífugo lleno de agua, montado sobre una base dura de nylon, que contenía un transductor de presión muy sensible. De esta manera, voluntarias femeninas (en su mayoría bailarinas) se prestaron para probar el dispositivo, cuya sensibilidad era capaz de detectar voces, latidos del corazón, respiración y contracciones vaginales tanto voluntarias como involuntarias. Finalmente, utilizaron software de música electrónica para generar armónicos de contracciones vaginales que coincidan con el conjunto de frecuencias únicas del habla inglés.
Lamentablemente, luego de tanto trabajo, el proyecto no pudo llevarse a cabo, ya que la noche anterior a la transmisión, fue cancelado por un coronel de las Fuerzas Aéreas. Aún así, se lograron enviar algunos minutos de prueba a cuatro estrellas similares al sol, los cuales deberían haber alcanzado Epsilon Eridani en 1996 y Tau Ceti en 1998. De esta manera, en vez de enviar un simple “hola” a las razas extraterrestres que estén escuchando, Davis logró enviar un segmento de información codificado que contiene cientos de significados sobre nuestra especie. Y esta es solo una de las tantas cosas que ha hecho Joe Davis, una persona verdaderamente brillante que nunca recibió el mérito que le corresponde. Es por eso que recomendamos (a quien este interesado) investigar al respecto o, si te sientes motivado, completar la entrada de Wikipedia, la cual es muy pobre y en español ni si quiera existe.