La población mundial, a pesar de la disminución de la tasa de natalidad impulsada en muchos países, no deja de aumentar. De mantenerse el incremento anual actual -y nada parece indicar que esto fuese a cambiar por ahora- dentro de dos años habrá 7.000 millones de humanos vivos sobre la Tierra. El informe, elaborado por el Population Reference Bureau, destaca que el mayor crecimiento se dará en los países pobres o en desarrollo. ¿Hasta cuando podemos seguir creciendo así?
Los hijos son el tesoro más preciado, y es difícil encontrar algún padre o madre que no babee lleno de ternura frente a uno de sus pequeños retoños. Incluso hacer bebés es sumamente divertido. Sin embargo, las consecuencias de la falta de previsión a la hora de tener descendencia pueden ser graves a macroescala. El informe anual del Population Reference Bureau, organismo que se dedica a hacer proyecciones demográficas creado en 1929, indica que dentro de dos años la población mundial será de siete mil millones de habitantes.
Como ha ocurrido en el pasado, los mayores incrementos de población se darán en los paises pobres o “del tercer mundo”, básicamente por la falta de políticas adecuadas o -lamentablemente- por las paupérrimas condiciones en que se encuentran los sistemas educativos, que resultan ineficaces a la hora de informar sobre temas como la educación sexual. En algunos países, de hecho, más de la mitad de los niños y adolescentes en edad escolar no tienen la posibilidad de asistir a la escuela. Esto tiene consecuencias más sutiles que la simple “falta de oportunidades”, y hace que el aumento de población previsto para -por ejemplo- Uganda, que ahora cuenta con 34 millones de habitantes, pase a tener 96 millones en 2050. En el continente africano, como media, las mujeres tienen más de seis niños a lo largo de su vida fértil.
El informe es muy esclarecedor en este sentido. Durante los próximos 40 años se prevé que continúe el aumento de la población, el 97% del cual tendrá lugar en Asia, África, Latinoamérica y el Caribe. Para los expertos del Bureau, “aproximadamente el 90% de los 2,3 mil millones de jóvenes del planeta viven en los países en vías de desarrollo”, y ocho de cada diez de estos jóvenes viven en África y Asia. Algunos de los países denominados “ricos” ya tienen tasas de crecimiento negativas -las defunciones superan a los nacimientos- pero otros, como Estados Unidos y Canadá aún experimentan un importante crecimiento en el numero de sus habitantes.
“A pesar del descenso registrado en las tasas de natalidad en muchos países, la población mundial sigue creciendo a un ritmo rápido”, dice Bill Butz, el presidente del Population Reference Bureau. Las proyecciones publicadas por el organismo indican que a mediados de este siglo, dentro de sólo 40 años, India alcanzará los 1,7 mil millones de habitantes, superando los 1,4 mil millones de China y convirtiéndose en la nación más poblada del planeta. Al mismo tiempo, Estados Unidos ocupará el tercer puesto con 439 millones.
En muchos países existe una fuerte presión por parte del Iglesia Católica en contra de la inclusión de materias referidas a la educación sexual como parte de la formación de los adolescentes. A pesar de que la institución alienta a que los jóvenes se mantengan vírgenes hasta el matrimonio, los resultados muestran que el desconocimiento de su propio cuerpo lleva a embarazos no deseados en edades tempranas, que se traducen en aumentos de la poblaciones. Esta es una de las -muchas- razones que explica la diferencia entre las tasas de crecimiento de las naciones ricas (y más educadas) y aquellas que eufemísticamente se las llama “en vías de desarrollo”.
La capacidad de producir alimentos tiene un limite, y el planeta no podrá alimentar a un numero continuamente creciente de personas. De hecho, algunos expertos señalan que si no fuese por la agricultura intensiva, posible gracias al uso de fertilizantes y pesticidas, ni siquiera podríamos alimentar el numero actual de habitantes. El crecimiento descontrolado de la población mundial solo puede tener un resultado final: pobreza y hambre. Estos son dos buenos motivos para implementar, de una buena vez, políticas globales destinadas a formar e informar a los potenciales padres de las consecuencias de sus actos.