Grabar música de la radio era sin lugar a dudas la forma más sencilla de «preservar» nuestras canciones favoritas, aún cuando los locutores se ponían a cantar sobre ellas. Sin embargo, en 1987, una compañía llamada Personics lanzó un sistema para la creación de cassettes personalizados legales. Los usuarios podían comprar canciones individualmente, preparar sus «compilados definitivos» y recibir la cinta final en cuestión de minutos…
En lo personal debo reconocer que no tengo grandes recuerdos sobre los cassettes. Todas las cintas que había aquí terminaron devoradas por la humedad, y tampoco fue posible acceder a «buen equipo» para una reproducción más sólida. Pero el formato en sí nunca tuvo la culpa: Las discográficas hicieron todo lo posible para reducir costos, y eso provocó que muchos cassettes «oficiales» salieran al mercado con una calidad espantosa.
Ese detalle sumado a la clásica práctica de grabar canciones de la radio (o duplicar cassettes que ya eran copias anteriores) y la pérdida de popularidad que sufrió el single de 45 RPM, crearon las condiciones ideales para que en mayo de 1987 surgiera el servicio Personics de cintas personalizadas. Dicho de otro modo, iTunes en la era analógica.
Personics: Creando el cassette ideal en 1987
El youtuber VWestlife nos explica en su vídeo más reciente que el sistema Personics utilizaba una serie de estaciones o kioscos, en los que el usuario podía explorar el catálogo disponible, escuchar muestras de 15 segundos, y finalmente llenar una planilla definiendo su selección. El límite máximo para el audio era de 90 minutos, o 32 canciones. Los precios de las canciones oscilaban entre 50 centavos de dólar y 1.50 (entre 1.35 y 4 dólares ajustados por inflación), y en aproximadamente cinco minutos, el usuario recibía la cinta terminada, con etiquetas impresas en láser, y una caja personalizada que incluía su nombre y el título asignado (si es que elegía uno).
Las cintas se duplicaban en un sistema de alta velocidad usando fuentes digitales (120 CDs por kiosco, los discos duros eran prohibitivos, y no lo suficientemente grandes), pero lo más importante es que Personics siempre favoreció a cintas Sony o TDK High Bias, garantizando una calidad de audio superior a la de los álbumes comerciales. En un principio, el catálogo de Personics estaba limitado a 450 canciones, pero siguió expandiéndose a un ritmo de 200 canciones mensuales. Otro detalle interesante era que el usuario podía grabar efectos de sonido, a una relación de tres por el mismo precio de una canción.
Personics también lanzó una publicación en papel que ofrecía «atajos» o cassettes preconfigurados, y canciones gratuitas. Al mismo tiempo, las versiones de las canciones disponibles en Personics eran explícitas, o sea, nada de censura, ni beeps, ni letras cambiadas. Ahora, ¿cómo evitaban la piratería? Si bien no podían hacer nada una vez que el cassette salía de la tienda, lo cierto es que cada cinta llevaba un número de serie que identificaba al empleado responsable por su creación, y un sistema remoto recibía los reportes diarios de las ventas en sus tiendas.
Lamentablemente, la buena recepción no fue suficiente, y Personics se quedó sin espíritu en diciembre de 1990, declarando su bancarrota (terminó adoptando un sistema de ventas por teléfono). ¿Qué fue lo que pasó? En una palabra, discográficas. Personics hizo su tarea y logró obtener licencias apropiadas para todas sus canciones, pero las mentes maestras querían control total sobre su material (digamos, forzar la venta de CDs enteros en vez de singles), y le bajaron el pulgar. El negocio de la música depende de los hits, y sin acceso a los hits, Personics no tenía nada realmente.
Lo de siempre, “libre mercado”que realmente significa “”solo está permitido lo que dicten los oligopolios”
La falsa libertad de empresa.
Eso sin olvidar el histórico comportamiento mafioso de las discográficas. Es como ellos dicen, o te demandan hasta el infierno, ida y vuelta.