Es difícil escribir una nota crítica contra Nintendo, porque… ya sabes, ¡es Nintendo! Responsable de algunos de nuestros mejores momentos frente a la pantalla, gamepad en mano. Precursor de géneros, inventor de nuevas tecnologías aplicadas al mundo de los videojuegos, mejor amigo de nuestro niño interno. Pero… Nintendo, ¿¡qué demonios estás haciendo!? Duele, y mucho, que seas tú el que atenta -una y otra vez- contra su propio patrimonio cultural, culpa de una ceguera corporativa que no te deja ver que es más lo que pierdes que lo que ganas por ser como eres. Me encantaría saber qué piensas cuando persigues a tus propios fans por juegos que, tú sabes, ya deberían ser patrimonio de la humanidad.
¡Qué dolor saber que nunca me quisiste tanto como yo te quise a ti! Me siento como aquella vez que me enamoré ciegamente de una chica que, si bien aceptó tener una relación conmigo, nunca pudo (o quiso, o supo) retribuir mi cariño de la misma forma. Pero al menos esa chica fue clara desde el principio: lo nuestro iba a ser una relación asimétrica. Tú me hiciste creer que me querías tanto como yo te quería a ti. Pero no, ni de cerca. ¿Por qué no eres como Sega, tu eterno rival, que no solo se enorgullece cuando sus fans preservan y utilizan sus licencias, sino que además los premia publicándolos en plataformas como Steam, con sello oficial? Era cierto, entonces, eso de “Genesis does what Nintendon’t!”, ¿no?
Pero la crítica te cabe, Nintendo. Tu política corporativa no es solo agresiva con tus propios fans, como cuando los denuncias por hacer tributos sin fines de lucro de tus juegos, como ha sucedido en más de una ocasión, sino contra la mismísima preservación de tus propias obras. ¿O es que acaso no te descubrieron usando ROM realizados por otros en tu NES Classic? Y ahora, porque te agarró la locura, ¿vienes a bajar páginas de ROM con juicios super millonarios? No seas así. ¿Qué ganas con eso? Si ni siquiera, en la mayoría de los cosas, son juegos con los que tú estás lucrando. Peor aún, ¡muchos ni siquiera son juegos tuyos, sino de empresas que -en muchos de los casos- ni siquiera existen más! ¿Qué derecho tienes?
Además, si no fuera porque tanta gente se empeñó por poner a disposición de la humanidad todos esos juegos de tu pasado, tal vez ni siquiera hubiese sido negocio para ti sacar esas consolitas de colección con las que tan bien te fue. ¿O acaso no crees que el éxito de tu línea Classic no se debió, en parte, porque todos quisimos ese pedazo de historia por tenerla tan presente? ¿Estás seguro que si no hubiésemos tenido todos esos ROM para descargar y jugar cuando quisiéramos se habría generado semejante cultura alrededor de tus licencias, con las que sigues haciendo dinero año tras año?
Porque yo, que soy un hombre grande, recuerdo haber jugado “The Legend of Zelda: A Link to the Past” en mi amada SNES, pero los más chicos solo lo conocieron porque pudieron tenerlo gracias a un enlace de descarga. ¿No entiendes cómo ayudó a tu empresa que tus juegos viejos estuvieran tan disponibles, tan presentes en la consciencia de todos y no solo en la de los vejetes que te seguimos desde siempre?
Ok, ok, mira, yo entiendo que tienes que proteger tu propiedad intelectual, pero el asunto es más complicado y excede tus ambiciones corporativas. No solo se trata de lo tuyo, estamos hablando de la preservación de la historia de los videojuegos en su integridad. Y es que no solo atentas contra la preservación de tus juegos. Obligando a cerrar sitios de ROM, como lo vienes haciendo, logras que los ROM de muchos otros sistemas y empresas “caigan en la volteada“, como decimos por aquí. ¿Realmente eres así de malo? ¿Tan poco te importa la cultura de lo que tu mismo, en su tiempo, has ayudado a construir? Pues además sientas un peligroso precedente, que otras empresas podrían perseguir por imitación, y listo, ¿quién va a querer preservar la historia si, por hacerlo, puede caerle una demanda por millones de dólares que le arruina la vida a cualquiera?
Realmente me partes el corazón, Nintendo. Pensé que eras mi amigo.