Científicos del Reino Unido han diseñado un cardúmen de peces robóticos que tienen la habilidad de desplazarse de la misma forma en que lo hacen los peces reales y, además, de comunicarse entre si de forma inalámbrica. Estos robots forman parte de un plan, que incluye la utilización de autómatas submarinos en el mar al norte de España, para ayudar a detectar sustancias peligrosas y contaminantes en el agua.
Como puedes ver en el video, se trata de unos robots submarinos que se parecen –y mucho– a los peces que uno puede encontrar en el mar. En realidad, estos robots de casi un metro y medio de largo han sido diseñados para que se confundan con una variedad de peces llamadas carpas, para que no asusten a la fauna local. Completamente autónomos, los peces robóticos pueden desplazarse por las profundidades nadando, con movimientos idénticos a los de un pez real, a una velocidad de unos 3.6 kilómetros por hora.
Estos robots tienen encima varios años de desarrollo, y ya en 2005 uno de ellos se presentó en el acuario de Londres. Fabricados en la Universidad de Essex, estos cacharros pueden detectar la contaminación del agua gracias a una batería de sensores incorporados en su estructura. El proyecto ha sido financiado por la Comisión Europea y es coordinado por la consultora de ingeniería BMT Group.
“A la hora de fabricar estos peces robóticos hemos aprovechado el diseño conseguido luego de cientos de millones de años de evolución, que hace un uso de la energía increíblemente eficiente”, dice Rory Doyle, uno de los investigadores del grupo. “Esta eficiencia ayuda a que los peces robóticos y sus sensores para la detección de contaminación puedan navegar en el medio subacuático durante horas.” Se han puesto a punto cinco de ellos, que se probarán en las inmediaciones del puerto de Gijón.
Cada robot tiene la capacidad de efectuar una navegación autónoma, desplazándose por las cercanías del puerto sin necesidad de intervención humana. Además, están programados para volver automáticamente a su estación de carga cuando las baterías están próximas a agotarse luego de unas ocho horas de funcionamiento.
Los científicos esperan poder utilizar diminutos sensores químicos en el pez para encontrar posibles fuentes de contaminantes peligrosos en el agua, como las fugas de tuberías submarinas. Los datos son transmitidos entre los peces y a la superficie mediante enlaces Wi-Fi. Si el experimento sale bien, estos cinco ejemplares serán los primeros de una serie mayor destinada a detectar contaminación en los ríos, lagos y mares de todo el mundo.