Investigadores españoles han desarrollado un medicamento capaz de reducir el miedo que se produce cuando sufrimos situaciones límite y que suele degenerar en psicopatologías graves relacionadas con las fobias o el estrés postraumático. Gracias al especial diseño de este nuevo compuesto, los pacientes verán aliviado su terror en gran medida, disminuyendo esa desagradable sensación que acompaña a muchas personas que han sufrido vivencias extremas. Un buen avance para la psiquiatría que prestará un servicio inestimable para superar las secuelas de las desgracias.
Esta pastilla del miedo la imaginamos metida en nuestro bolsillo a la espera de ser usada cuando nos sentemos a ver alguna buena secuela del Exorcista. Sin embargo, los que adoramos las películas de terror, no queremos que ningún fármaco elimine esa poderosa emoción que producen ciertas obras maestras del cine. En realidad, asistimos a estos eventos porque, de algún modo extraño, nos encanta enfrentarnos a nuestros miedos atávicos mientras disfrutamos de una buena bolsa de palomitas. No hay que preocuparse, porque no es eso lo que han conseguido los investigadores de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), en colaboración con científicos de la Universidad de Emory de Atlanta (Estados Unidos).
Lo que han diseñado en realidad es un nuevo fármaco que reduce el miedo que se genera de manera patológica en vivencias traumáticas, que normalmente termina produciendo un cuadro clínico muy negativo y que deriva en trastornos como las fobias o el estrés postraumático. Según la investigación, publicada en el American Journal of Psychiatry, con una sola dosis de 7,8-dihidroxiflavona -un derivado flavonoide- inyectada en ratones previamente sometidos a una situación traumática, hace que el miedo se extinga más rápidamente y se potencie el nuevo aprendizaje a través de los receptores TrkB del cerebro, que se activan en los mamíferos por la proteína BDNF.
Se ha demostrado en multitud de estudios médicos que disfunción de la proteína BDNF se encuentra presente en varias patologías, como la depresión y los trastornos de ansiedad, pero debido a que no traspasa la barrera hematoencefálica no ha podido ser usada en pacientes cuando se ha tratado de administrar como fármaco reparador. El grupo catalán ha demostrado que la 7,8-dihidroxiflavona imita el comportamiento de la proteína pero mejorando incluso su capacidad de penetración en el cerebro, pudiendo presentar también acciones terapéuticas en animales con Alzheimer, infarto cerebral, Parkinson y depresión.
Los flavonoides se encuentran presentes en nuestra dieta en productos tales como vino tinto, cítricos, cereales, té y chocolate (al menos el 70% de cacao), y se ha demostrado su capacidad neuroprotectora en experimentos con ratones “ancianos” que han sido alimentados de manera crónica con productos ricos en estos flavonoides. Sin embargo, la activación de los receptores TrkB producidas por estos alimentos es bajo en comparación con los efectos de la 7,8-dihidroxiflavona, que se postula como el fármaco más eficaz para reducir el miedo derivado de la vivencia de situaciones traumáticas. De todos modos, los expertos aconsejan añadir la psicoterapia para asegurar una alta tasa de recuperación.