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Panóptico: la cárcel más eficiente (1791)

El diseño de una prisión moderna debe considerar -entre muchos otros factores- la posibilidad de que un puñado de hombres (los guardiacárceles) puedan controlar una muy numerosa población de reclusos. En 1791, el filósofo Jeremy Bentham propuso el panóptico, un centro penitenciario ideal que permitía a un solo guardia observar a cientos o miles de prisioneros sin que estos supieran que estaban siendo vigilados. Este concepto ha influenciado la construcción de prisiones a lo largo de dos siglos, y constituye una verdadera máquina de disociar el “ver” del “ser visto”.

Durante siglos, las prisiones fueron simplemente oscuras y húmedas mazmorras a la que se arrojaban los detenidos. Cuestiones como los derechos humanos o la rehabilitación de los criminales eran prácticamente desconocidos, y la reclusión era simplemente un castigo que cuanto más duro fuese -siempre según la mentalidad de la época- más efectivo sería. Pero en algún momento la humanidad se dio cuenta que este tipo de “tratamiento” -cuando no culminaba con la muerte del detenido debido a las inhumanas condiciones de vida a la que era sometido- rara vez hacía que los criminales se convirtiesen en personas de bien.

Las cárceles comenzaron a construirse de otra manera, proporcionando espacios más amplios y celdas más luminosas, patios comunes, la posibilidad de que los reclusos recibiesen educación formal, etc. Obviamente, todo este cambio implicaba la necesidad de un elevado número de guardias, quienes tenían a su cargo -entre otras- la tarea de vigilar permanentemente a los detenidos.

Desde el punto de vista económico, cuando menor fuese la relación entre el número de guardias y prisioneros, menos dinero costaría mantener funcionando un penal. El caso ideal se daría cuando una sola persona pudiese controlar todo un penal. Con esta premisa en mente, el filósofo Jeremy Bentham propuso en 1791 un nuevo modelo de prisión denominado panóptico, que tenía en cuenta aspectos psicológicos no considerados hasta ese momento.

En lugar del típico edificio rectangular con filas de celdas alineadas sobre los muros más largos en una o más plantas, Bentham pensó en un anillo exterior formado por celdas y una sola torre de vigilancia central. Esto permitía que cada una de las celdas tuviese luz natural (provista por una abertura en el muro externo) y que su interior fuese visible desde la torre central. Uno o dos guardias instalados en esta estructura podían vigilar cientos de celdas sin necesidad de desplazarse por largos pasillos, o subir y bajar escaleras.

Pero lo más interesante de la idea de Bentham fue el aspecto sicológico implicado. En su diseño, la columna central disponía de ventanas especiales que permitía a los carceleros vigilar las celdas sin que los prisioneros supiesen en que momento estaban siendo observados. Al no saber si estaba siendo o no vigilado, el preso se veía obligado a comportarse siempre como si lo estuviera, y los guardias podían ausentarse durante algún tiempo sin que los prisioneros lo notasen.

Este “efecto Gran Hermano” era ayudado por el diseño del resto del edificio, ya que se habían tenido en cuenta detalles como la inclusión de conexiones laberínticas entre las salas de la torre para evitar destellos de luz o ruidos que pudieran delatar la presencia de un observador. En sus propias palabras, “el poder debe ser no verificable”, convirtiéndose -aún en su ausencia- en algo más poderoso que un ejercito de guardias a la vista.

Si bien por aquella época este diseño no tuvo demasiada influencia en la construcción de cárceles, el concepto fue aplicado décadas más tarde en varias oportunidades.  La Cárcel Modelo de Madrid, en España; la Cárcel de Caseros de Buenos Aires, en Argentina o la Penitenciaría de Lima, en Perú -entre varias otras-  aplican en una u otra forma los conceptos de Bentham. Un observador entrenado también descubrirá que muchos edificios militares, fábricas o instituciones educativas también tienen diseños que se basan en alguna medida en la idea del panóptico.

Como dijimos antes, el mecanismo psicológico detrás de la propuesta de Bentham es sumamente interesante, ya que entre otras cosas elimina la relación que normalmente existe entre la acción de ver y el hecho de ser visto. Entre otros, el filósofo francés Michel Foucault analizó detalladamente el concepto del panóptico en su obra de 1975 “Surveiller et punir: Naissance de la prison” (Vigilar y Castigar. Nacimiento de la Prisión). En ella puede leerse:

…el efecto principal del panóptico es crear en el interno un estado de conciencia sobre su visibilidad permanente que asegura el funcionamiento automático del sistema. […] la vigilancia es permanente en sus efectos, incluso si es discontinua en su acción; la perfección del sistema debe ser tal que haga innecesaria una vigilancia continua; este aparato arquitectónico debe ser una máquina para crear y sostener una relación de poder independiente de la persona que la ejercita; en resumen, los internos deben quedar cogidos en una situación de sumisión de la cual sean ellos mismos los opresores. Para lograr esto, el prisionero no debe ser observado demasiado, pues no sabrá cuando lo están observando, ni demasiado poco pues debe sentir los efectos de la vigilancia. En vista de esto, Bentham colocó el principio de que el poder debe ser visible y no verificable. […] El panóptico es una máquina para disociar ver del ser visto realmente: en el anillo periférico, uno se ve totalmente, sin poder ver jamás al vigilante; en la torre central en cambio, se puede ver todo sin jamás ser visto.

Como puede verse, el adecuado diseño de una prisión puede hacer mucho más por su correcto funcionamiento que el incremento del número de guardias. Sin embargo, el concepto de panóptico va mucho más allá, apelando al inconsciente del recluso para evitar la necesidad del control permanente de sus actos.

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Escrito por Ariel Palazzesi

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