Al estudiar de cerca a cualquier ordenador, una de las primeras cosas que hacemos es asimilar sus especificaciones, pero detrás de todo eso seguimos encontrando silicio. Ahora, el hecho de que sea tan popular y útil no lo convierte en la única opción disponible. Muchos expertos allá afuera están explorando alternativas de «hardware molecular» como el ADN y la bioquímica. Las últimas novedades llegan a través de un equipo de científicos de la Universidad de Rochester, quienes crearon un ordenador de ADN con la capacidad de calcular raíces cuadradas hasta llegar a 900, un límite imposible para sus predecesores.
Silicio, cobre, electricidad… alguien podría decir que la esencia de los sistemas informáticos no ha cambiado en las últimas décadas, y desde cierto punto de vista tendría razón. Pero existen desarrollos que podrían alterar para siempre a la informática, siempre y cuando logren demostrar su utilidad más allá del laboratorio. Por ejemplo, sabemos que IBM logró almacenar un bit de información usando apenas un átomo, y también aprendimos que la Warner Bros. y Microsoft Research grabaron películas dentro de cristales de cuarzo (en vez de convertirlos en chips).
Sin embargo, hoy nos toca explorar al concepto de hardware molecular… ordenadores hechos de ADN. Un equipo de investigadores estacionados en la Universidad de Rochester lograron construir un ordenador de ADN «simple», pero al mismo tiempo, muy superior a sus predecesores. ¿Qué tiene de especial?
Principalmente, el ordenador de ADN de Rochester puede calcular raíces cuadradas hasta llegar a 900. Los desarrollos previos sólo procesaban raíces cuadradas perfectas de números que no superaran los cuatro bits (0000-1111, 16 números contando de 0 a 15), pero el trabajo de los investigadores ha permitido expandir dicho límite a diez bits, con un techo específico de 900.
Este ordenador de ADN utiliza un proceso conocido como hibridación. El equipo de científicos codifica un número en el ADN usando una combinación de diez bloques. Cada combinación representa un número, y es «conectado» a un marcador fluorescente. Luego, el equipo controla la hibridación de modo tal que modifica la señal fluorescente general, para que corresponda con la raíz cuadrada del número original. El resultado final es determinado a través de su color.
El futuro de esta tecnología podría dar lugar a plataformas moleculares y circuitos bioquímicos que funcionen igual de bien (o aún mejor) que los ordenadores tradicionales. Aún nos encontramos muy lejos, pero si ya alcanzaron la marca de los diez bits para raíces, todo es cuestión de tiempo.
Fuente: NewScientist
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