El cerebro humano es extraordinariamente complejo, y cualquier posibilidad de emular su funcionamiento a la perfección está muy lejos en el calendario. Sin embargo, existen iniciativas que optan por diseños mucho más simples. Una de ellas es OpenWorm, la cual logró reproducir digitalmente las conexiones entre las 302 neuronas del gusano Caenorhabditis elegans, y usarlas para mover un robot Lego.
Algunos tal vez se pregunten por qué es tan relevante estudiar el cerebro en este punto. La tecnología aún debe superar múltiples barreras, y comprender su funcionamiento hasta el más mínimo de los detalles seguramente será responsabilidad de generaciones futuras. Por otro lado, no quedan dudas de que es el maestro más exigente para los científicos. Calificarlo como “el centro” del sistema nervioso parece poca cosa frente al enorme potencial que guarda en su interior. ¿Cómo resistirse a semejante desafío? ¿Qué hombre o mujer de ciencia en su sano juicio diría “dejémoslo para después”? Concedido: La complejidad del cerebro humano es formidable. Pero hay otros cerebros más allá del humano, que pueden servir como puente que nos lleve a un conocimiento mayor. Si a esto le sumamos el poder actual de los ordenadores, definitivamente estamos en buen camino.
Tomemos por ejemplo al gusano Caenorhabditis elegans. Su conectoma está compuesto por 302 neuronas y 6.393 sinapsis, insignificante frente a los valores del cerebro humano, pero lo suficientemente simple como para reproducirlo digitalmente. Ese es uno de los objetivos detrás del proyecto OpenWorm. El plan mayor es emular todas las características del gusano, y su cerebro es un excelente punto de partida. En un intento por evaluar el rendimiento de esta reproducción, los responsables del grupo decidieron volcarla sobre un robot Lego Mindstorms EV3. Las neuronas asociadas a la nariz del gusano fueron reemplazadas con un sensor detector de obstáculos, mientras que las neuronas encargadas del movimiento a cada lado corresponden a dos motores con sus respectivas ruedas.
De acuerdo a los datos del experimento, el robot se mueve y comporta de manera muy similar a como lo haría un Caenorhabditis elegans real. Pero lo más importante es que no hay programación añadida. El conectoma fue implementado como software con su estructura original, sin modificaciones de alto o bajo nivel. ¿Estamos realmente ante un gusano emulado? ¿Acaso se podría decir que está vivo? Queda mucho trabajo por hacer antes de intentar responder a esas preguntas. El siguiente paso es cargar el conectoma en un Raspberry Pi y crear un robot a su alrededor.
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