El lanzamiento de Mortal Kombat en 1992 revolucionó por completo al género de videojuegos de lucha, y escribió nuevas reglas a la hora de capturar movimientos. Como era de esperarse, el mercado ingresó en una profunda fase de «yo también», y varias compañías se apresuraron a lanzar títulos similares. Primal Rage fue uno de los pocos que logró diferenciarse gracias al diseño y la animación de sus exóticos personajes, neo-dinosaurios llenos de furia y violencia. ¿Cómo lograron que se muevan? A puro stop motion, y esculturas que demandaron semanas enteras de trabajo.
La historia de Primal Rage nos dice que un asteroide golpea a la Tierra, destruyendo la civilización moderna y arrojando a los pocos sobrevivientes a una nueva Edad de Piedra. Siete criaturas gigantescas surgen de la corteza, interrumpiendo su sueño de millones de años para transformarse en nuevos dioses, cada uno con su territorio y seguidores. El objetivo es obvio: Derrotar a todos los dioses, conquistar el mundo, y derrotarlos otra vez en un gauntlet final.
Tanto el build original de recreativas como los principales ports de Primal Rage fueron muy bien recibidos, pero la información disponible sugiere que el desarrollador Atari Games (Time Warner se encargó de la distribución) obtuvo más dinero a través del merchandising oficial. Por supuesto, eso no desmerece al juego, todo lo contrario: Más allá de ciertos problemas de balance en los personajes, sus gráficos y movimientos eran impresionantes para 1994. ¿Cuál fue la clave para su desarrollo?
Dos palabras: Stop motion. Cada mordida, coletazo y desgarro fue producto de pasos mínimos y precisos, acompañados por cientos de cuadros que componen las secuencias de combate. Primero se crearon los modelos de los dinosaurios, esculturas con un gran nivel de detalle para su uso posterior en la fabricación de los moldes. Cada escultura demoró unas tres semanas en ser producida.
Además de preparar los moldes, los expertos detrás de Primal Rage también construyeron pequeños «esqueletos», armazones con sus correspondientes articulaciones, garantizando rigidez y flexibilidad para las versiones finales de las esculturas. Los esqueletos fueron colocados dentro de los moldes, inyectados con látex, y horneados. La última fase quedó a cargo de los artistas, enfocados en dar color y textura a los dinosaurios, y eliminar imperfecciones.
En resumen, la combinación de modelos, stop motion, fotografía y CGI convirtieron a Primal Rage en algo muy diferente al resto. Y pensar que hoy podemos reproducir todo ese trabajo con una sola estación de trabajo. Hemos avanzado mucho.
Fuente: Kotaku