Una nueva investigación, discutida en el Simposio más reciente en el Museo Americano de Historia Natural, pone en evidencia que la endeble salud de los ecosistemas de la Tierra está poniendo nuestra propia salud en peligro.Varias especies se encuentran en declive a causa de cambios en su hábitat como la urbanización, la deforestación y el calentamiento global. Esta pérdida de biodiversidad da lugar a una potencial consecuencia alarmante: la probabilidad de que los animales transmitan a humanos enfermedades como el SIDA, el virus del Nilo Occidental y Ebola más rápido que nunca.
Según el ecologista Richard Ostfeld – del Instituto de Estudios del Ecosistema – la biodiversidad es un gran factor en el surgimiento de enfermedades, y el cambio climático la está afectando. Para un patógeno, adaptarse a una fisiología completamente diferente no es sencillo, pero los hemos estado ayudando a dar el salto a través de transfusiones de sangre, viajes internacionales y el uso de drogas intravenosas. Por otro lado, las enfermedades llegan a nuevos anfitriones a medida que el planeta se calienta. La expansión de temperaturas cálidas extiende el hábitat de organismos que esparcen enfermedades (como los mosquitos) a más altas latitudes y longitudes de lo que ocupaban anteriormente.
Ostfeld ha trabajado en demostrar que las tasas de infección decrecen a medida que aumenta el número de especies. “La biodiversidad puede reducir la transmisión de patógenos entre anfitriones, y por ende proteger nuestra salud” dijo Ostfeld en el Simposio. Se piensa que un virus prospera en áreas de poca variedad de especies porque no hay competencia con otras especies por recursos. Las especies portadoras se vuelven mas abundantes provocando un contacto de mayor frecuencia, esparciendo la enfermedad cuando luchan entre sí. Por ejemplo, el virus del Nilo Occidental, que se esparce por ciertas especies de aves, parece truncarse en áreas de alta diversidad de aves. El virus puede encontrarse con un pato en vez de un cuervo, y siendo el pato un mal portador, el camino del virus llega a su fin. Pero cuando todo lo que existe en un ecosistema es una especie portadora, es más probable que un humano entre en contacto con un animal infectado, aumentado las posibilidades de que el virus salte entre especies.
Nathan Wolfe – profesor de Epidemiología en UCLA y autor en jefe de un estudio realizado por la revista Nature – previene que todavía hay mucho que no se sabe sobre el impacto de la biodiversidad en la transmisión y surgimiento de enfermedades. Wolfe piensa que la pandemia del HIV podría haberse prevenido y está trabajando para prevenir la próxima epidemia. Sus esfuerzos comienzan por identificar cinco estados por los que debe pasar un patógeno que afecta exclusivamente a animales antes de infectar sólo a humanos:
- Estado 1 – El agente sólo se encuentra en animales: el microbio está presente en animales pero no se detecta en humanos bajo condiciones naturales.
- Estado 2 – Infección Primaria: Los patógenos animales se transmiten a humanos como una infección primaria que no es contagiosa. Por ejemplo, rabia y virus del Nilo Occidental
- Estado 3 – Epidemia Limitada: Los patógenos animales se transmiten entre humanos por cortos períodos y las epidemias mueren pronto. Por ejemplo, el Ebola
- Estado 4 – Epidemia Extensa: Los patógenos animales infectan a humanos por transmisión primaria, y pasan por secuencias de transmisión secundaria entre humanos. Por ejemplo, el mal de Chagas, la fiebre amarilla, el dengue y el cólera.
- Estado 5 – Agente exclusivamente humano: Patógenos exclusivos de los humanos, que puede haber partido de un patógeno ancestral en chimpancés y humanos o involucra un patógeno más reciente que evolucionó a un patógeno humano especializado. Por ejemplo, el HIV, rubéola, viruela, paperas y sífilis.
El estudio de Wolfe examinó, además, las posibles fuentes de enfermedades encontradas en climas templados y tropicales. Se cree que muchas de las enfermedades de climas templados (como el sarampión, las paperas, la viruela, la gripe A y la tuberculosis) vienen de animales domésticos que fueron estableciendo contacto con granjeros. Por otro lado, muchas enfermedades tropicales han venido de primates salvajes no humanos. Estos animales están estrechamente relacionados a los humanos y por esto presentan una barrera muy débil para la transferencia de patógenos, facilitando la adaptación a nuestra fisiología. Tanto en zonas templadas como tropicales, virtualmente todas las enfermedades han venido de mamíferos y a veces aves.
Los investigadores proponen una “iniciativa de orígenes” que apunta a identificar los orígenes de una docena de las infecciones humanas más importantes. Wolfe quiere construir un sistema de monitoreo global que rastree la transmisión de enfermedades de animales a humanos. Tal sistema podría ayudar a los científicos a catalogar la diversidad de los microbios, caracterizar patógenos animales que puedan amenazar a humanos en el futuro, y quizás detectar y controlar el surgimiento de una enfermedad en humanos antes de que pueda expandirse.
“La iniciativa ayudaría a identificar las relaciones más estrechas de los patógenos humanos, mejorar nuestro entendimiento de cómo surgen las enfermedades y ayudar a crear nuevos modelos de laboratorio para estudiar amenazas a la salud pública” dijo Wolfe. Sin modelos predictivos y sistemas de advertencia que nos alerten de cualquier potencial surgimiento de amenazas, la próxima gran epidemia puede tomarnos por sorpresa.