Mover archivos entre ordenadores modernos es sencillo. Pendrives, tarjetas de memoria, correo electrónico, transferencia directa, la nube… hay muchas opciones. Sin embargo, imagina que debes extraer datos de un ordenador PowerBook Duo 280c de 1994. No posee puertos USB, su disco interno utiliza un conector extraño, no hay floppy, no se conecta a Internet, y no puedes instalar otros programas para simplificar el proceso. Luke del portal Unterminated se encontró a sí mismo en esta curiosa situación, y su solución fue… enviarlo por fax.
Todo el mundo sabe que a veces me dejo atrapar por la nostalgia, pero hay cosas en el mundo de la informática a las que ni siquiera yo quiero regresar. El disco floppy es una de ellas: Sus últimas generaciones fueron tan malas, que apenas permitían dos o tres usos antes de comenzar a escupir sectores dañados. Aún así, el disco floppy todavía conserva un lugar, garantizando una plataforma mínima de compatibilidad entre sistemas antiguos. Ahora, ¿qué sucede cuando ni siquiera podemos usar floppies para extraer archivos de un equipo viejo?
Luke del portal Unterminated se enfrentó a este desafío con un Apple PowerBook Duo 280c de 1994 que recibió de un familiar. El ordenador guarda algunos archivos de audio, pero su floppy externo no funciona, el disco duro interno es SCSI con un conector propietario, y no hay salidas de audio. Las especificaciones oficiales reportan la presencia de un puerto serial, y siempre existe la posibilidad de usar algo como Zmodem, sin embargo… también hay un jack telefónico, y eso abre otro camino: Fax.
Enviando archivos por fax con un ordenador de 1994
Gracias a la presencia en el equipo de un programa llamado ResEdit, Luke logró leer los archivos como hexadecimal puro, y pegar su contenido en un documento de Microsoft Word. GlobalFax hace el trabajo pesado de enviarlo por fax… ¿pero a qué número? En realidad, Luke usó como destino un ThinkPad T60 con Windows XP. El problema es que no alcanza con conectar ambos equipos usando un cable de teléfono. El proceso requiere un circuito simulador de línea telefónica para que ambos módems vean los voltajes adecuados.
Seis páginas en siete minutos a 14.400 bps completaron la transferencia, pero queda un objetivo por delante: Que el algoritmo OCR no cometa errores de conversión. El primer resultado fue bastante bueno, pero las fallas naturales de OCR provocaron muchos pops y clicks en el archivo de audio. Ninguno de los programas que Luke usó puede garantizar un 100 por ciento de precisión: El uso de hexadecimal limita el set a 16 caracteres (0-9 y A-F), sin embargo, es bastante común que confundan 0 con D, o 9 con 4. ¿La solución de Luke? Crear un nuevo programa de OCR que consulta al usuario cuando detecta un nuevo patrón, y recuerda la respuesta.
El resultado final es una copia exacta byte por byte del archivo original… y la transferencia de archivos más complicada de la historia.
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