En la Universidad de Utrecht (Países Bajos) han conseguido producir etileno y propileno, ampliamente utilizados en la industria del plástico, sin necesidad de utilizar petróleo. El proceso utiliza un tipo de catalizador de hierro hecho con nanopartículas capaz de convertir en plástico materia orgánica vegetal como árboles o césped. Seguramente, tal como ocurre con los biocombustibles, este proceso provocará un debate sobre la posible utilización de campos aptos para el cultivo de alimentos como fuente de materias primas para este tipo de procesos.
Poco a poco el mundo se encamina hacia un futuro sin petróleo. Si bien el problema más evidente que traería su agotamiento es la dificultad que tendrían para funcionar los medios de transporte, que mayormente son impulsados por motores que queman derivados de esta sustancia, lo cierto es que existe una multitud de usos petroleo que son como mínimo tan importantes. Uno de ellos es la utilización de los hidrocarburos como materia prima para la elaboración del plástico. Desde hace algún tiempo se está buscando un proceso capaz de producir plástico o sus precursores a partir de otros elementos, y aunque se ha tenido éxito al elaborar “bioplásticos” a partir de los cultivos de maíz o azúcar, lo cierto que es se trata de un producto cuyas propiedades no son exactamente las mismas que poseen los derivados del petróleo, por lo que tienen un campo de aplicación realmente limitado.
Pero ese panorama podría cambiar gracias al uso de la nanotecnología, que vuelve a ser noticia al enterarnos que es capaz de convertir materia orgánica vegetal, como los árboles o el pasto, en un plástico que es indistinguible del elaborado a partir del petróleo. El trabajo ha sido realizado por un grupo de investigadores de la Universidad de Utrecht, en los Países Bajos, quienes han conseguido reproducir componentes químicos como el etileno y el propileno, que son la base de una gran cantidad de productos, desde las alfombras hasta los envases de los medicamentos, pasando por los teclados de los ordenadores y los DVDs. Pero a diferencia de los experimentos anteriores, el equipo dirigido por Krijn De Jong ha utilizado un catalizador hecho con nanopartículas de hierro. Estas pequeñas moléculas (miden tan solo 20 nanómetros de diámetro) son capaces de transformar un árbol en un plástico que posee las mismas virtudes y defectos que el obtenido a partir de hidrocarburos. Por ejemplo, el plástico de Utrecht tampoco es biodegradable. Si bien se trata de un proceso que podría independizarnos del petroleo en lo que a fabricación de plásticos se refiere, plantea el mismo tipo de problema que los biocombustibles: la utilización de terrenos fértiles para la producción de productos no comestibles.
En efecto, mientras que millones de personas mueren de hambre cada año culpa -entre otras cosas- de la falta de terrenos cultivables, puede parecer una herejía dedicar parte de ellos para elaborar plástico. Sin embargo, el proceso puesto a punto por el equipo de Krijn De Jong puede hacer su magia a partir de plantas que no son aptas para consumo humano y que crecen rápidamente en terrenos que son muy poco aptos para el cultivo de alimentos. Obviamente, como ocurre en estos casos, se trata de un proceso que se encuentra en sus primeras fases de desarrollo, por lo que seguramente no veremos plásticos producidos de esta manera hasta dentro de algunos años.