Un equipo de ingenieros de Zurich ha puesto a punto un equipo de fútbol compuesto por jugadores que resultan casi invisibles al ojo desnudo. De solo 300 micrones de ancho, y movidos por campos magnéticos, tienen como objetivo interesar a los jóvenes en la nanotecnologia.
Al principio, el escenario no llama la atención. De hecho, si no tenemos muy buena vista es posible que no nos enteremos que en él se esta disputando un partido de fútbol. Es que los jugadores tienen un tamaño de risa, siendo su ancho de solo tres veces el espesor de un cabello. Y sin embargo, se mueven por la cancha, golpean el balón, y hasta hacen goles. ¿Se trata de una película de ciencia ficción? No. Son los robots del Instituto de Tecnología Federal Suizo, entrenado para la Eurocopa que se disputará este verano (boreal)
Compuestos por una aleación de níquel, se mueven gracias a los buenos oficios de una serie de campos magnéticos operados por un ordenador. Son capaces de efectuar ”pases” a un compañero de equipo, eludir a los contrarios y, por supuesto, meter la pelota en el arco del oponente.
La pelota tiene un tamaño aun menor que los jugadores, y ya ha sido bautizada como “la nanobola”. Al igual que los liliputienses contrincantes, ha sido diseñada por un equipo de ingenieros de Zurich, que busca utilizar este tipo de robots para atraer a los jóvenes estudiantes hacia el campo de la nanotecnología.
Los robots pueden verse gracias al empleo de una cámara de video, que adosada a un microscopio sigue la acción de los jugadores sobre la cancha. Los operadores humanos pueden desplazar a sus robots mediante comandos introducidos en el ordenador, o activando secuencias pregrabadas de antemano.
"Con suerte, será el comienzo de un torneo de largo aliento que intentará volver atractiva la nanotecnología en los salones de clases", ha dicho el profesor Bradley Nelson, uno de los responsables del proyecto. "Es algo muy divertido de observar. Involucra a los alumnos. Se lo llevamos a los niños de Zurich y los interesamos en la nanotecnología", agrega.
El objetivo final es emplear los conocimientos obtenidos en los “miniestadios” para el desarrollo de nanorobots útiles en medicina. Es que unos ingenios de ese tamaño resultarían ideales para colocar dosis exactas de medicamentos en el lugar del cuerpo humano que sean necesarios. Con robots construidos a esa escala, seria posible “navegar” por el interior de venas muy pequeñas, como las de la retina del ojo.