¿Tienes más de 31 años? Pues entonces puedes decir que eres más viejo que el agujero negro más joven detectado nunca desde nuestro planeta. Gracias a la avanzada tecnología del Chandra, el telescopio de rayos X más potente del mundo, los científicos han podido mostrar al mundo la creación de un sumidero cósmico tan joven que gran parte de la población terrestre le supera en edad. Sabiendo que los agujeros negros duran miles de millones de años, podemos decir que este chiquitín acaba de salir del útero cósmico.
Los científicos de la NASA están de fiesta. Gracias a su pericia y al potente telescopio de rayos X Chandra, han localizado el agujero negro más joven de la historia. La edad de este bebé cósmico se estima en unos 30 años y lo que se ve en las fotografías es una supernova, la explosión de una estrella gigante, 20 veces más grande que nuestro Sol, y que dio lugar a la formación de un agujero negro. Esta supernova ha sido bautizada con el prosaico nombre de SN 1979C y se encuentra en los confines exteriores de un brazo de la espiral de la galaxia M100, a 50 millones de años luz de la Tierra. Su hallazgo supone una oportunidad única para que los científicos puedan estudiar el nacimiento de un objeto de estas características. Según la NASA es la primera vez que se consigue datar con tanta precisión la edad de un agujero negro. Esta investigación será publicada en la revista New Astronomy en un artículo firmado por Daniel Patnaude, Abraham Loeb y Christian Jones, del Harvard-Smithsonian Center for Astrophysics.
Aparte de su cercanía (facilita mucho la observación), 1979C tiene la ventaja de ser un tipo de supernova que en muy raras ocasiones se asocia a erupciones de rayos gamma. «Podría ser la primera vez que se observa la forma más común de nacimiento de un agujero negro», asegura por su parte el coautor de la investigación, Abraham Loeb, que trabaja en el mismo centro que Patnaude. «Sin embargo, resulta muy difícil detectar esta clase de agujeros negros, ya que para ello se requieren varias décadas de observación continuada en el rango de los rayos X». Este descubrimiento podría ayudar a los científicos a comprender mejor la génesis de la formación de los agujeros negros. Quizá aquí esté la respuesta del por qué unas veces la muerte de una gigante estelar acaba formando uno de estos tremendos sumideros galácticos y otras se transforma en una estrellas de neutrones.
Este hallazgo hay que agradecérselo a la potencia del telescopio de rayos X más potente del mundo, el observatorio espacial Chandra. Se puso en órbita en el año 1999 y desde entonces anda observando el universo con 8 veces mejor resolución que el más avanzado de sus competidores. Detecta fuentes 20 veces más débiles que cualquier otro telescopio de las mismas características, lo que le convierte en una valiosa herramienta para estudiar el espacio profundo y hurgar en sus recónditos misterios. De todos modos, los expertos no descartan que en vez de un agujero negro, pudiera tratarse de un pulsar, la otra opción posible a la explosión de una supernova y que desde nuestra limitada perspectiva tiene un aspecto similar al producido por los agujeros negros. Se trataría, de todas maneras, del pulsar más joven de todos los tiempos.