Un investigador de los laboratorios de Microsoft está desarrollando un sistema capaz de ser utilizado para realizar copias de seguridad de su cerebro. MyLifeBits captura toda su vida a través de artículos, libros, tarjetas, CDs, cartas, documentos, fotos, vídeos domésticos y grabaciones de voz, almacenándolas digitalmente.
Casi todas las empresas, independientemente de su tamaño o importancia, realizan a diario copias de seguridad de sus datos. Incluso muchos particulares lo hacen, ante el temor de perder ficheros importantes. El valor de los discos duros ha disminuido de forma sostenida durante años, a medida que su capacidad trepa a valores que hace solo una década eran inimaginables. Hoy día no tenemos excusas para proteger la información importante: en 1956 guardar 1 GB de datos costaba 10 millones de dólares, mientras que hoy cuesta un dólar. Pero ¿podríamos hacer una copia de seguridad de nuestros recuerdos?
Seguramente en esto pensaba Gordon Bell, un investigador de Microsoft, al desarrollar MyLifeBits, una especie de “memoria externa” para su cerebro. Efectivamente, este científico de 72 años está decidido a no olvidar nada. Dado que ha pasado los últimos 47 años de su vida desarrollando ordenadores, encaró el problema de la única forma que conocía: haciendo un backup de sus datos.
Dado que no puede acceder (por ahora) a su cerebro para crear directamente una copia de seguridad de sus recuerdos, se dedica a grabar y fotografiar cada instante de su vida. Y junto a algunos amigos de Microsoft han creado un programa que le permite recopilar todos los documentos y emails que pasan por su ordenador, páginas webs y chats incluidos. El proyecto MyLifeBits es una gigantesca memoria informática que almacena todos y cada uno de los momentos de su vida, ahorrándole el esfuerzo de tener que recordarlos.
Desde hace 7 años Gordon registra todo lo que ocurre a su alrededor. Va por la vida con una cámara en miniatura instalada en el cuello y una grabadora de audio en el brazo. Este equipo graba las 24 horas las conversaciones (y el sonido ambiente) que mantiene Gordon, y saca una fotografía cada 60 segundos. Un GPS se encarga de agregar la información relativa a la posición geográfica en que se encuentra. Toda esta catarata de información se almacena en un ordenador convencional dotado de un gran disco duro. Ese es su “cerebro sustituto”.
El objetivo de Gordon es no olvidar nada, nunca. Incluso ha almacenado todo su pasado: archivadores completos, llenos de documentos generados durante sus 47 años de carrera, han sido escaneados. Las fotos de su infancia y videos de su vida forman parte de este archivo. MyLifeBits conserva más de 101.000 correos electrónicos, unos 15.000 documentos en Word y PDF, 99.000 páginas web ,44.000 fotografías y 5067 documentos de sonido.
Una vida de 65 años, gracias a los modernos algoritmos de compresión de datos, cabe en un terabyte (mil gigabytes). Esto incluye espacio para unos 100 emails, 100 páginas web, 5 páginas escaneadas, 10 fotografías y 8 horas de audio por día. Y aún queda espacio para almacenar un libro y un CD de audio por semana.
MyLifeBits aprovecha el creciente poder y espacio disponible en los nuevos ordenadores. Cuando alguien pone en duda el contenido de una llamada que hizo el día anterior, Gordon puede terminar la discusión buscando el audio y escuchándola de nuevo. Al instante. Sabe hasta con quién se cruzó por la calle cuando iba a trabajar hace cuatro semanas. Pero no todas son ventajas. Gordon Bell sospecha que MyLifeBits podría estar degradando su habilidad natural de recordar con claridad. “Cuando tienes una mente externa haciendo ese trabajo, tiendes a perder práctica. Es como la aritmética”, dice. “¿Quién la practica hoy? Hay calculadoras para eso. Sé que puedo hacer divisiones complejas, pero hace mucho que no las hago”.
Sin duda, es un experimento extraño, una especie de “Big Brother” particular. Es posible que algún día, cuando esté listo el software del futuro, todos dispongamos de un chip que lleve a cabo las tareas de MyLifeBits para cada uno de nosotros.
Que boludez jejejeje
Es realmente un experimento muy interesante