El transporte es uno de los organizadores prácticos de la vida social en las ciudades más pobladas, y en vista de lo saturado de los medios terrestres, ha sido natural mirar hacia arriba. Ahí aparecen los vehículos aéreos personales, que aún lejos de ser una alternativa masivamente aplicable, ya se están intentando resolver algunos eventuales problemas. Uno de los proyectos interesantes es el de MyCopter, que propone hacer vehículos autónomos guiados por rutas prestablecidas para evitar choques en las alturas, como si fuera un sistema de transporte aéreo. El proyecto no está totalmente explicado aún, pero por las dudas la Unión Europea ya ha invertido en él.
De pequeño, escuchar de los más adultos que cuando yo fuera grande las naves surcarían el cielo reproduciendo el tráfico de las calles de este mundo viejo, me entusiasmaba y me hacía imaginarme a mi conduciendo una de estas naves particulares, como si de Los Supersónicos (The Jetsons) se tratase. Hoy miro al cielo y los mismos Boeing 747 de los 70 (no el modelo, los aviones mismos) siguen cayendo en picada en varias partes del mundo. No culpo a mis adultos, la información era otra y sólo hoy podemos tener, al menos un poco más que antes, algún atisbo de fidelidad sobre lo que el futuro nos ofrece. Entre tanto, las naves voladoras han pasado a llamarse coches voladores en términos de concepto, y pensar en ellos también genera cierto resquemor, pues nada nos garantiza que llegado el momento en el que estos estén fabricados y sean de uso masivo, la seguridad de ir por los aires será algo por descontar. MyCopter ofrece algo diferente.
El proyecto MyCopter tiene por delante la creación de una estructura de conducción segura, evitando que la hipotética congestión aérea que podría provocar el uso masivo de vehículos aéreos personales generase más obstáculos para el trasporte que beneficios. Es que todos sabemos del riesgo que resultó de tomar los cielos como vía de escape de la congestión terrestre, pero cuando un accidente se produce allí arriba; las probabilidades de contarlas se reducen a un número ínfimo. La propuesta en general de MyCopter deviene de utilizar un sistema de pilotaje cuasi automático sobre sendas aéreas destinadas a ordenar un eventual tráfico, y evitando que el conductor tenga alta incidencia en el curso de la trayectoria previamente especificada. PATS, como le han llamado, refiere a un Sistema de Transporte Aéreo Personal y pueden asegurar un uso eficiente de las vías aéreas de hoy y del futuro.
MyCopter prevé tomar como iniciativa la infraestructura que ya está en funcionamiento con el actual control aéreo, que más allá de manejar un tráfico populoso pero ni siquiera cercano a lo que la era de los coches voladores podría dar, tienen un margen de error mínimo, ya que un choques entre aviones o helicópteros es muy común de ver… en el cine. Por la anterior razón, y aprovechando que estos PAVs (Personal Aerial Vehicles) vuelan a 600 metros de altura y no interfieren con el tráfico aéreo comercial, la Unión Europea ha demostrado interés (con una inversión de 4 millones de euros) sobre el Proyecto MyCopter para aprovechar la capacidad autónoma de estos vehículos en la consecución de órdenes preestablecidas para los PATs, como seguir rutas, planificar alternativas, evadir obstáculos y muchos ítems más que procurarán que te sientas menos Howard Hughes, pero más vivo al final del viaje.