En noviembre del año pasado hablamos sobre la intención de la banda musical OK Go de distribuir su último disco en ADN. El potencial del ADN como medio de almacenamiento es escalofriante, pero las aplicaciones prácticas son virtualmente nulas, sin embargo, los integrantes del mundo del arte parecen más dispuestos a explorar ese territorio. El último ejemplo de este tipo es Music of the Spheres.
Recuerdo que hace unos meses atrás me crucé con un artículo dedicado al MinION, secuenciador de ADN en miniatura que se conecta a un puerto USB. Está lejos de ser perfecto, ya que aún tiene cuestiones de velocidad y precisión por resolver, pero ya hay científicos evaluando sus capacidades en tareas básicas, y los resultados hasta aquí han sido muy satisfactorios. Un desarrollo como MinION instala la descabellada idea de poseer un secuenciador en casa. ¿Para qué podríamos usar algo así sin ser estudiantes o profesionales de la genética? Una remota posibilidad es la de leer y almacenar información. Obviamente, conservar una muestra de ADN en un frasco no es lo mismo que dejar un disco duro externo sobre una repisa, pero si existiera un método viable… ¿por qué no?
Hasta entonces, almacenar datos en ADN está casi bajo control artístico, y con eso en mente descubrimos a Music of the Spheres, un proyecto a cargo de la artista visual Charlotte Jarvis, y el doctor Nick Goldman del Instituto Europeo de Bioinformática. Gracias a la intervención de nueva tecnología desarrollada por el doctor Goldman, Jarvis pudo solicitar una pieza musical al Cuarteto Kreutzer, con el objetivo de almacenarla en muestras sintéticas de ADN suspendidas en una solución jabonosa. Esto le permitirá a Jarvis crear diferentes presentaciones con «burbujas de ADN musical», en donde los visitantes no sólo podrán escuchar la pieza en cuestión, sino también «tocarla» y «bañarse» con ella a través de las burbujas.
Music of the Spheres no es una campaña que pueda generar gran demanda, pero aún así encontró la manera de duplicar su meta de cinco mil libras esterlinas en Kickstarter. Entre las recompensas vemos entradas a uno de los eventos, impresiones fotográficas de los servidores en el Instituto, y por supuesto, una pequeña botella con el ADN musical a solamente 20 libras. Aún no estoy seguro sobre el alcance de Music of the Spheres debido a las regulaciones existentes sobre material genético, pero la página indica que hacen envíos a todo el mundo. Quien tenga entre sus planes acceder a un secuenciador, definitivamente podrá escuchar a esta curiosa (y tal vez única) pieza artística.
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