El cuartel general de Google en Mountain View es tan grande que la compañía debe ofrecer métodos alternativos de transporte para recorrerlo de manera eficiente. Uno de esos métodos es la bicicleta. La flota oficial cuenta con un total de 1.100 unidades disponibles, más que suficientes si pensamos en empleados y visitantes ocasionales, pero hay un pequeño detalle: Google está perdiendo hasta 250 bicicletas por semana. ¿Quién tiene la culpa? Nada menos que la propia gente de Mountain View y otros municipios cercanos de Silicon Valley, que ve a las bicicletas como una especie de derecho adquirido.
En su configuración actual, el Googleplex tiene 290 mil metros cuadrados. Lavadero para coches, gimnasio, tintorería, sauna, cafeterías, restaurantes, piscinas individuales, mesas de pool y hasta un campo de voleibol forman parte de las instalaciones. Cualquier entusiasta del ejercicio puede recorrerlo a pie sin mayores inconvenientes, pero en la mayoría de los casos sus empleados necesitan ser más eficientes. Ahí es cuando intervienen las bicicletas o «Gbikes». Google ofrece cerca de 1.100 bicicletas, un número que más allá de sus buenas intenciones, le está costando mucho trabajo mantener. ¿Por qué? Porque todo Silicon Valley se las está robando.
Así es, Google ha llegado a perder 250 Gbikes en una semana, cortesía de los residentes de Mountain View y otras zonas cercanas. Se supone que las bicicletas no deben abandonar el predio (poseen un pequeño cartel indicando esto), pero ante los ojos de los locales son algo similar a un recurso comunitario, disponible sin restricciones. Una residente de 68 años admitió tomar una bicicleta para simplificar su traslado entre su casa y la estación de trenes, y guardarla durante la noche. Otra persona habló de «familias enteras» paseando con las bicicletas de Google, y el propio alcalde de Mountain View Ken Rosenberg dijo haber tomado una de las bicicletas para ir al cine, luego de una reunión con ejecutivos de la compañía.
Un equipo especial de 30 empleados recorren la zona en cinco camionetas, recogiendo cualquier bicicleta que haya quedado lejos de las instalaciones, pero en el fondo saben que es una batalla perdida. El año pasado, varias de las Gbikes recibieron un GPS con la intención de monitorear su posición, y algunas de las unidades terminaron en lugares tan remotos como Alaska o México. Desde cierto punto de vista, uno puede entender la tentación: Las bicicletas son sencillas, robustas, fáciles de montar, e incluso traen un cesto en la parte delantera. El siguiente paso para Google será instalar cerraduras inteligentes que se abrirán sólo con el comando de empleados a través de sus dispositivos móviles. La policía local dijo en varias oportunidades que no intervendrá (pedir identificación a cada ciclista con una Gbike para comprobar si es empleado de Google sería una locura), y cuando Google quiso hacerlo directamente, cometió errores como confundir a una de sus empleadas con una indigente.